II

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Puse la llave en el cerrojo de la puerta y le di tres vueltas hacia la izquierda, el se adelantó y me abrió la puerta dejándome pasar primero.
-Gracias.-dije tímidamente
Subimos a mi habitación y dejamos las mochilas a un costado y me tiré sobre la cama mientras Francisco recorría mi habitación, que no era muy ostentosa que digamos.
-Sé qué nada está bien -comenzó a decir concentrado en lo que hacía- Sé que deseas morir porque conozco ese sentimiento igual que vos, y no te voy a hacer prometer que no lo vuelvas a hacer porque sería en vano. Pero quiero ayudarte a superarlo -trago saliva y apretó los ojos con fuerza intentado no llorar- porque sé lo que se siente que NADIE este ahí para vos cuando te estas muriendo día a día, cuando nadie se da cuenta que no estas comiendo, que te cortas y que solo pensas en morir. Yo sé que lo único que queres es a alguien que te vea y te escuche y espero que a partir de hoy sepas que acá estoy yo -hizo una breve pausa y luego continuó -y acá voy a estar pase lo que pase, pero sólo te pido una cosa. Yo prometo ser esa persona que necesitas, si vos prometes ser esa persona que necesito yo.
Lo miré con lágrimas en los ojos y me tiré encima de él uniendonos en un abrazo.
-Te lo prometo, prometo nunca dejarte, prometo que vamos a superar todo juntos.-dije en un susurro al lado de su oreja.
Acercó sus labios a los míos y me beso delicadamente, como si estuviera besando cicatrices, infinitas y delicadas cicatrices.

Nos sentamos en mi cama en silencio, me acerqué a el y le saqué la campera del colegio que llevaba puesta, debajo tenia una remera de manga corta, dejé al descubierto demasiado con solo sacarle una campera.
-Tu piel es muy blanca -dije mirándole los antebrazos -y yo también creo que son hermosas, pero este brazo sería mas hermoso si estuviera limpió, si el color rojo que contrasta tanto con tu piel blanca no estuviera, ahí seria todo perfecto.
-Yo antes creía que los suicidas eran cobardes por no tener el valor de soportar las pruebas que la vida les ponía -dijo mirándome por un instante y luego mirando para abajo, como avergonzado. -y ahora pienso que el cobarde soy yo por no tener el valor de ir y matarme.
-Somos dos entonces.-no me miró pero sonrió, esa sonrisa que me decía que todo iba a estar bien. -yo creó que con esa sonrisa a mi lado cada día puedo superar cualquier cosa.
Él solo siguió sonriendo. Era hermoso.
—Cuando todo se va a la mierda uno siempre busca la salida mas fácil: morir; pero uno lo intenta desesperadamente, busca a la muerte en todos lados pero la muerte se esconde a propósito, nos quiere ver sufrir, o quien sabe nos quiere dar otra oportunidad, quiere que aguantemos un poco más que lo mejor esta por venir, pero uno ya esperó tanto tiempo que ya no quiere seguir esperando porque cree que "lo mejor" no va a venir nunca. Pero uno no tiene el valor de ir y tomarse pastillas, no tiene el valor de clavarse un cuchillo, ni de pegarse un tiro, ni de tirarse de un puente, ni de colgarse de un árbol. Uno simplemente piensa en morir y busca la muerte en todos lados, y la muerte cada vez se aleja más y más. Y al no poder morir uno comienza a odiarse, no sabe por donde desagotar tanta mierda que tiene dentro y ahí encuentra a la cuchilla, y la pasa por la piel, ella parece resolver los problemas temporalmente, cuando ella esta ahí en tu mano, y tus muñecas o piernas sangran nada ni nadie importa, son vos y ella contra el mundo, y esa vez te salva te hace pensar que esta todo solucionado; decís "no lo voy a volver a hacer" pero es mentira, porque te das cuenta de qué no tenes la suficiente fuerza de voluntad que se necesita para parar, vos solo no podes, es demasiado peso, y hay días que buscas desesperadamente razones para hacerlo y no hay, así que simplemente lo haces, lo haces porque es algo que necesitas, que se volvió parte de tú vida pero te esta matando, en resumen es como enamorarse.
Francisco se quedo mirándome absorto y sorprendido. me miraba con completa y total atención tratando de procesar todo lo que había escuchado.
-Mirá, hoy en el recreo -seguí dieciendo- pensaba en morir más que nunca, y pensaba anciadamente por fin hacerlo, ya que tenia la casa sola todo el fin de semana... y me mandaste ese mensaje que hizo que suba las escaleras y vaya y vea todas esas cicatrices, y me di cuenta de que no podía morir en ese momento, dejando todas esas marcas ahí, en ese momento decidí que para que yo pueda morir en paz y sin ningún complejo, que para la muerte sea algo que me haga feliz, tendría que haber visto antes como todas esa heridas cicatrizaban y cerraban, y hasta que eso no pasara yo no iba a morir... -hice una pausa y lo mire a los ojos, ojos llenos de agua, lagrimas- perdón, por haberte hablado tanto, es que q-que...
-Me gusta escucharte, creo que nunca había escuchado palabras tan hermosas de nadie, es raro ya sé, porque también me pasa, es raro que alguien te escuche de verdad, valore y aprecie lo que decís, pero vas a tener que empezar a acostumbrarte porque te prometí que acá iba a estar siempre, y asi va a ser.
Se acercó a mi y me abrazo tan fuerte que sentía que todo lo roto dentro mio se única para jamar volver a romperse, sentia qué él no dejaría que se vuelva a romper.
-Le conté a Melanie... -suspiró lentamente- lo de los cortes, me miró con desprecio y me dijo que tenía que ir a un psicólogo. Y por eso te amo, porque vos no me juzgaste, sos técnicamente una versión femenina de mi.
-No me dejes nunca por favor, porque en un día te convertriste en la persona mas importante de mi corta vida, lograste lo que otras personas no lograron en años, y lo mas importante, vos hiciste que no me suicide.
-Nunca te voy a dejar. -dijo y se acercó a mi, hasta estar a centímetros de mis labios -Te amo- susurro y me besó fuertemente en los labios.

Fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora