Dos mates y una dama

Capítulo 9

—¿Honesta? —rio amargamente.

Él asiente en su forma lobuna.

—Los odio—espeto de mala forma.

—¿A quiénes? Vamos Kira necesito entender, necesito entenderte.

—A los de tu tipo, los machos alfa.

—No lo entiendo—dice acercándose un paso más a mi—¿Qué tiene?

—¿Qué tiene? —repito amargamente—Todos son iguales, todos terminan lastimándome de una forma u otra.

—Yo no lo haría.

—Pero lo hiciste.

Paso junto a el y vuelvo a la habitación cambiando a mi forma humana, me pongo una camiseta suelta para acostarme.

—Pero no lo hubiese hecho si me hubieses dicho la verdad—dice apareciendo en su forma humana.

Estaba vestido con unos pantalones sueltos y con el pecho sin cubrir. Se le podía ver la mordida en su cuello, en el hombro derecho tenia un arañazo marcado como un tatuaje con tinta roja y en la cara un pequeño rasguño de cuando lo tire por la ventana.

—Perdón por adelantarme y querer protegerme a un futuro dolor. No es mi culpa, me pongo en cada escenario posible para no salir lastimada y créeme, había muchos casos donde me lastimabas.

—¿No me dijiste por una suposición?

—Felicidades, acabas de aplastar todo lo que siento haciéndome sentir nuevamente como la mierda ¿Quieres un premio por eso?

—No, solo quiero entender.

Le diré solo para que me deje en paz.

—Mi padre y hermano son machos alfas, al principio quería ser como ellos, pero a medida que crecía me di cuenta de las atrocidades que cometían. Me golpeaban cada vez que tenían oportunidad, y yo como idiota creí que era algo que debía aguantar debido a que eran alfas.

Me detuve. Estaba en el punto en el que sabía que lloraría si continuaba, podía sentir las lagrimas intentando aferrarse dentro del ojo.

Respire profundamente y continúe.

—Me refugie en el entrenamiento, solía salir a correr sola por el bosque para despejarme hasta que esos humanos me trajeron aquí.

—¿Humanos?—pregunta extrañado.

Le conté como fue que llegué aquí, como esos humanos creían que era una simple loba y como me repoblaron esperando que vuelva la población de lobos.

—Y sí, puedes pensar que soy estúpida al esconder mi olor, puedes pensar que soy estúpida al suponer que todos los machos alfas son iguales, pero la vida no me ha dado razón para creer lo contrario.

Se acercó cautelosamente y yo abracé mis piernas.

—Puedes olvidar todo eso y abrirte a una nueva posibilidad.

–Es difícil olvidar tu pasado cuando está escrito en tu cuerpo—digo refiriéndome a mis cicatrices.

Suspira fuertemente.

—¿Se siente bien?–me mira sin entender—Se siente bien saber que no eres el único culpable del monstruo que soy ¿Te quita la culpa?

—Sabes que no es así.

—Sabes que es así.

Estaba rota, no me gusta que lo vean, no me gustaba que se den cuenta de lo débil que realmente soy. Me trague mis lagrimas, es mucho más fácil convertir lo que siento en rabia.