Dos mates y una dama

Capítulo 12

—¿No se supone que llegabas en una semana?—dice Nicholas envolviéndome con la sábana.

—Ningún "Hola ¿Cómo te fue?" O un "te extrañé"—dice aquel hombre en el marco de la puerta.

Nicholas se levanta de la cama mientras que yo miraba esta situación sin entender.

—Me alegra tenerte de vuelta—se sincera Nicholas abrazando a aquella persona.

—Tuve que volver antes—dice el hombre observándome.

Nicholas gruñe disgustado rompiendo en abrazo.

En ese momento me aclaré la garganta para que me explicaran que mierda estaba pasando.

—Ah si, Vincent ella es Kira

—Mucho gusto—saluda el tal Vincent

Asiento con la cabeza un poco molesta por la interrupción.

—Vincent es mi beta—añade Nicholas.

Se formó un silencio incómodo.

—Tenemos que hablar—rompe el silencio Nicholas.

El alfa se pone una camiseta y sale por la puerta sin antes darme una sonrisa.

Que se meta su sonrisa por la...

—Es un imbécil—me interrumpe mis pensamientos Vincent.

Si hablaba lo mandaría a la mierda por lo que opté mantener mi linda boquita cerrada.

—Nos vemos—dice marchándose al ver que no hablaba.

Pude escuchar con mi oído lobuno una conversación fuera de la habitación.

—Es linda, pero un poco tímida—dice Vincent

—Es probable que se quedó callada para no matarte a mordidas.

Así es.

Había dormido todo el día, sentía que la fuerza que había perdido la había ganado en estas horas de sueño.

Me duché y vestí, luego bajé a la cocina a comer algo, me moría de hambre.

—¿Cómo dormiste anoche?—pregunta la abuela pícaramente entrando a la cocina.

—Bien, he dormido toda la noche—miento.

—Seguro.

Saque las galletas que Nicholas tiene escondidas -cortesía de la abuela- y empecé a comerlas.

—Debes comerlas a escondidas, mi nieto te ve comiéndolas y no viviremos otro día para contarlo.

—Pues que lo intente.

Converse un poco con la abuela, me había encariñado con esa vieja loca.

—Tendremos una fiesta—comenta la abuela.

Yo la miro sin interés saboreando las galletas, me apetecía algo menos seco por lo que rompí las galletas dividiéndolas en pequeños trozos y las puse en un plato con yougurt. Delicioso.

La abuela estaba hablando de la fiesta mientras que yo jugaba con mi cereal improvisado.

—Vendrán todos los alfas de los alrededores.

Ay no.

—¿Alfas?¿Cuándo?

—No me escuchaste—dice un poco desepcionada

—Lo siento, me distraje

—No importa querida—dice con un cambio de humor—será en unos días, tres para ser exactos.