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Ambos hombres tiraron con fuerza de los brazos al medio muerto, estaba sangrando por la boca y tenía un balazo en la costilla que no se habían tomado la molestia de tratar un poco, a parte, los sujetos lo habían golpeado por haber dejado escapar su mercancía.
- ¡eres un infeliz, como puede ser posible que imbéciles como ustedes no hagan bien su trabajo en traer solo mercancía! -
- el rey te va a matar, ¿que creías? ¿Que te iba a dejar vivo luego de que dejaras escapar a esa perra? - exclamó el otro sujeto, más viejo y sucio.
- por favor - rogó el pobre infeliz por su vida - a nosotros no nos vengas a rogar, sabes muy bien que el rey no te va a dejar vivir ahora mismo, cometer el mismo error que esos estúpidos fue lo peor que has hecho.
Dejaron de hablarle justo cuando pasaron los grandes portones de la mansión, o así es como la habían llamado ellos, del Rey, el olor a humedad, aromatizante y gemidos de fondo era lo primero que los recibía, el lugar ideal para los hombres.
- mi señor, hemos traído al único sobreviviente de la última búsqueda -
Encima de una silla hecha de pedazos de metal, fierros, cuchillos y alguna que otra bala y casquillo ya utilizado, se encontraba un hombre de espaldas, estaba desnudo de la cintura para arriba, su espalda contraída por los movimientos que hacía al penetrar a la chica que estaba bajo el apoyada en la silla era algo sin igual, podrías escuchar los lloriqueos de esa niña mientras intentaba librarse de las manos del abusador.
