𝙇𝙖 𝙧𝙤𝙨𝙚

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La rosa

Los nervios consumiendo el cuerpo de JeongHan, aumentaron levemente al observar una notificación de mensaje de texto en su celular, proveniente de su madre.

"Hannie, voy a volver mañana, no me esperes despierto"

Como si pudiera dormir, de todas formas.

Atravesó la puerta donde se encontraba recargado SeungCheol anteriormente y los recuerdos fugaces comenzaron a invadir su mente. El alfa era apuesto, caballeroso y amable. ¿Qué más hubiera deseado para él? Si HyungWon hubiera sido siquiera la mitad de caballero que era SeungCheol, probablemente no se hubieran encontrado jamás en esa situación. En fin, el alfa pelinegro era diferente en demasía... ¿Pero por qué sigue pensando en él?

Frustrado, subió las escaleras, paseando por la cocina y abriendo un empaque de galletas para dirigir una a su boca. JeongHan avanzó y caminando perezosamente a su habitación flaqueó un poco, cayendo directamente en su cama. Analizó sus acciones un par de segundos.

Conocía a HyungWon, estaba tan desequilibrado que era totalmente capaz de aparecer frente a su casa y derribar la puerta con golpes. JeongHan se aseguró de haber cerrado con llave, una infinidad de seguros y hasta un candado para sentirse un poco menos inseguro. Comenzó a sentir alivio al percibir el olor a petricor y madera de SeungCheol cerca, pero estaba loco, ¿cierto? El alfa se había marchado a casa y era realmente imposible que estuviera cerca. Quizás se dejó cautivar por los encantos de SeungCheol y tal vez creó alguna especie de cercanía unilateral y alguna mini-obsesión con el aroma del alfa. Bueno...definitivamente si comenzaba a sentirse loco. 

La comodidad que le brindaba el aroma de SeingCheol –del que no estaba enterado– y el cansancio, comenzaron a hacer efecto en su sistema y en un par de minutos, cayó en brazos de Morfeo.

La comodidad que le brindaba el aroma de SeingCheol –del que no estaba enterado– y el cansancio, comenzaron a hacer efecto en su sistema y en un par de minutos, cayó en brazos de Morfeo

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La brisa golpeó suavemente su rostro antes de lograr cubrirse un poco. Comenzó a abrir los párpados con dificultad, intentando acostumbrarse a la aún presente oscuridad de su alrededor. La chaqueta que envolvía su torso, le hizo no pasar una velada fría.

¿En qué momento se había quedado dormido? No recordaba sentir sueño la noche anterior. Demasiado extraño. Y aún en las condiciones en las que se encontraba, SeungCheol sentía que jamás había tenido un óptimo descanso como el que se encontraba experimentando unos momentos atrás.

Se dispuso a pensar en un par de cosas banales, cuando Yoon JeongHan hizo acto de presencia en sus pensamientos. El omega era angelical en todos los aspectos. ¿Qué le causó sentirse así por JeongHan? No tenía ninguna idea, y estaba bien.

Unos pasos lo hicieron regresar a la realidad y como reflejo de su cuerpo, fingió estar dormido.

Sintió un aroma muy tenue proveniente de la persona en cuestión, sabiendo que era una beta.

—¡Ah! Estas personas –Susurró en forma de queja, haciendo a SeungCheol preguntarse si la voz era de la madre de JeongHan– ¿Debería pedir ayuda? Quizás deba llamar a la policía, sí, debería hacerlo.

Sin esperar más, el alfa se levantó del lugar donde se encontraba con anterioridad y caminó velozmente a través del callejón para salir y dirigirse a su casa.

Necesitaba una ducha, definitivamente.

Necesitaba volver más tarde, también.

Revisando la hora en su celular y avanzando entre la gente, anhelaba con ansias ver pronto al omega bonito.

Y sin dudarlo, pasaría.

Se revolvió en su cama buscando frescura mientras los rayos del sol disparaban directo a su rostro

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Se revolvió en su cama buscando frescura mientras los rayos del sol disparaban directo a su rostro. Revisó la hora en la pantalla de su celular y soltó un largo bostezo. 9:24 a.m.

Genial, ¿quién quería trabajar en sábado? Nadie, en absoluto.

Las cortinas blancas en la ventana se encontraban recogidas, su madre ya había llegado y entrado a su habitación, claro.

Desganado, JeongHan agarró los lentes de su mesa de noche y se levantó de su cama, encaminandose a arreglarse. Hoy tenían demasiado trabajo, un pedido bastante grande y por lo visto, menos tiempo del que esperaba.

Bajó a la floristería para encontrarse a su madre en el mostrador, con una libreta y un lapicero realizando apuntes.

—Mamá, ¿a qué hora volviste?

—Dormiste demasiado, ¿no crees, Hannie? Llegué a las 5 a.m., tu abuela se encontraba dormida, debía volver para abrir. ¿Todo bien ayer?

JeongHan, evitando contarle el asunto de la tarde anterior, solo sonrió y afirmó continuamente.

Se dirigió a la cocina para servirse jugo de naranja mientras recibía respuestas cortas en cuanto a la salud de su abuela.

"Se encuentra bien. No hay de que preocuparse. La abuela te extraña, JeongHan"

Asintió antes de sacar una carpeta negra de un cajón del mostrador para colocarla encima y hojearla hasta buscar esa importante lista, mientras su madre se paseaba por el local, arreglando un par de codas.

—Por cierto, Han, ¿no observaste algún extraño por aquí, ayer? –Preguntó su madre, desconcertándolo mientras ella acomodaba un par de rosas rojas en un florero.

JeongHan meditó bastante, pensando en contarle el asunto de HyungWon a su madre o dejarlo pasar. No, ella tenía otras preocupaciones, fue algo sin mucha importancia.

—Ah, no... Creo que no, ¿por qué lo mencionas? –Continuó rebuscando y pasando las páginas en busca del documento.

Su madre pensó unos segundos antes de volver a hablar.

—¿En serio? Cuando llegué por el callejón, había un indigente recargado en la pared, a unos metros de nuestra puerta. Pensé que debía preocuparme así que entré y dejé mi bolso. Unos minutos después, salí para llamar a la policía y pedir ayuda para la persona; pero al asomarme, ya no se encontraba ahí.

—¿Un indigente, dices?

Su madre asintió y lo dejó pensando un poco. ¿Qué haría esa persona frente a su casa? Se suponía que el barrio era bastante seguro y no se acercaban desconocidos a menos que llevaran sus peleas a alguna calle cercana.

—No, según yo no he visto nada.

Su madre asintió, dejó el florero en el mostrador, cerró su libreta y se dirigió a la cocina, comenzando a preparar el desayuno.

JeongHan por fin encontró la página y se quedó en el mostrador leyendo cuidadosamente las indicaciones y notas del pedido importante, pero alzó la vista cuando escuchó el sonido de la campana tintinear e identificó ese ya conocido aroma.

Observó la figura alta y bien vestida mirándole con algún toque de cariño. Y aquello lo contagió, sonriéndole de la misma forma en la que lo había hecho ayer.

Cute florist | Jeongcheol #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora