Duodécima Luna

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Ada seguía con su lectura mientras Franchesco seguía escribiendo, con una obstinación enorme en lo que relataba. Pero aunque Ada leía, no para de vernirle flashbacks con Mikca, estaba... Por así decirse, ansiosa de volverle a ver, impaciente, voraz, quería que se hiciera la tarde rapidamente, pero el sol se había puesto hace poco para asombrar ante la llegada de la hora de comer. Pero aunque Franchesco estaba concentrado en su escritora, si notaba los alejada que estaba Ada de su sitio especial.

- Oye Adita... Te noto entre distante, nerviosa, ¿ha pasado algo hace poco? - Preguntó Franchesco pero sin dejar de escribir, su concentración era prácticamente increíble.

- Bueno... - Ada puso el marcapáginas en la hoja donde apenas se quedó leyendo entre la fantasía cómo de su realidad - En realidad sí... - Franchesco dejó de escribir, mientras Ada cerró el libro melodiosamente.

- ¿Ha sido bueno? - Franchesco dejó de mirar su cuaderno para fijarse en el rostro melancólico de Ada

- Aunque hubo contratiempos... Sí. Me gustaría... Contarte muchas cosas...

- ¿No somos amigos acaso, Adita? - Franchesco puso un entrecejo, extrañado por lo que le acababa de soltarle.

- Ay - Ada se percató - Sí, claro que sí, pero...

- ¿Guardas secretos por proteger a alguien?

- ¿Cómo...? - Ada se giró a Franchesco, devolviendo su mirada, ya que en toda la conversación no le miró, si no que tonteo con su dedo índice con el lomo de su grueso libro

- A ver... Eres sospechosa en todos los sentidos, Adita, pero... Yo siempre te he respetado en eso. Los amigos están para lo bueno cómo por desgracia para lo malo, no quiero que me lo cuentes todo, quiero que confíes en mí, pero no de manera... Apresurada.

- ¿Tanto se me notaba? - Ada empezó a sonrojar de la vergüenza, que sus manos taparon sus cálidas mejillas del horror.

- A ver, mala actriz no eres pero si tienes un plumero que no se te escapa, eres... Cómo en los cuentos que tanto me narras. - Franchesco la guiño un ojo, mientras Ada sonrojaba aún más de la vergüenza.

- Lo siento, Franchi...

- Te entiendo, yo también tengo mis secretos, así que estamos en paz. Ahora ve soltándome por que estas tan "abobada", si quieres...

Ada dio un suspiro rápido, debía organizarse mentalmente en su cabeza todo lo que tenía. No sabía si debía suprimir algunas cosas o contarlo todo, pero después de un rato de pensarlo... Decidió contarlo todo.

- Te acuerdas que te hable de Mikca, ¿Verdad?

- Aja - Afirmó Franchesco, aunque sospechaba que iba a decirle con su sonrisa picarona.

- Pues... Anoche nos peleamos... - Franchesco cambió rápidamente la cara de asombro, cómo si su pensamiento fuera erróneo, mientras Ada miraba el paisaje mientras relataba - Y fui tras él al busco y.. Casi me violan... - De repente Ada recordó cómo el viejo gordo asqueroso le incrusto su miembro hasta casi ahogarla en su boca, que en acto reflejo, sintió que debía vomitar, acto seguido Franchesco ya se quedó mudo de lo que le dijo que fue rápidamente a ayudarla a que pudiera al menos vomitar.

- ¿No me digas que Mikca...? - Pero Franchesco no pudo continuar su frase, pues Ada aunque no pudo vomitar nada, le interrumpió intentando recomponerse bien.

- ¡No, al contrario, él me rescató! - Acto seguido, Ada pudo sentirse un poco mejor mientras Franchesco se sintió un poco aliviado pero aun le preocupaba cómo se encontraba Ada. - Me rescató cómo si fuera un príncipe azul, me llevó a nuestro lago y... Bueno...

- No fastidies, ¿Te besó? - Le interrumpió Franchesco, ya asombrado por lo que le había dicho.

- Más bien le bese yo pero... Sí, me devolvió mi beso... Y sigo aún embelesada con su beso... Fue tan suave... - Ada le miró a los ojos a Franchesco, risueña con el momento mágico.

- ¿Cómo este? - Franchesco le preguntó mientras, le robó un besó a Ada, sorprendida de que le besara también, pero... Ella lo sentía muy distinto al de Mikca, al rato de sentir sus labios, los separó con delicadeza para confesarle sus sentimientos. - Perdóname, Adita, es que... Hace tiempo que quería decírtelo

- Oh no... ¿Por qué me ocurre esto a mí? - Pensó Ada, ya metida en un triángulo amoroso del que ella nunca había deseado haberse metido.

- Me gustas, Ada, la verdad es que me gustas mucho desde que te vi en el campo de flores. Eres preciosa... No me extrañaría en absoluto que ese amigo tuyo...

- Mikca - Le corregía dulcemente Ada, aun asombrada por tanta información que obtenía.

- Mikca debe ser el chico más afortunado de toda Llena Nevada. - Afirmaba Franchesco, pero Ada aún recordaba las palabras que Helba cuando eran niñas el esta destinado por la Luna que la hizo deprimirse demasiado. - ¿Adita...?

- Franchesco... ¿Puedo preguntarte una cosa?

- Claro - Franchesco cogió de la mano a Ada, haciendo un movimiento de caricias en sus dedos en el dorso de su mano - Dime

- ¿Tú... Crees que el destino se puede cambiar? ¿se puede luchar contra algo que ya ha estado escrito desde el principio? - Ada notaba los suaves dedos de Franchesco, notaba cómo intentaba calmarla, relajarla de cierta forma

- Yo creo que sí, Adita. Mi madre siempre me decía que nada estaba escrito, somos nosotros los que escribimos nuestro propio destino, nuestra propia historia. ¿Es por Mikca a lo que te refieres? - Preguntó Franchesco, seguía con sus caricias pero sin dejar de ver los ojos brillantes de Ada

- Es que... Le quiero muchísimo, se que daría mi propia vida por él, pero... Es que también te quiero a ti que también daría mi vida plena en ti si te pasara algo, si os pasara algo a los dos, yo.... -  Ada estaba a punto de llorar, sus lágrimas corrían desde su mejilla, rozando sus labios carnosos hasta la barbilla, cómo si fuese un rio de sentimientos ocultos en su interior.

- Yo te entiendo, Adita, ¿sabes qué? - Franchesco sacó de su bolsillo un pañuelo de adornos lunares con estrellas amarillas y azules bordados con un hilo fino pero elegante, usó su pañuelo para secar su rio de lágrimas - Yo no puedo ser tu corazón ni mucho menos la persona que escribe el destino, pero yo estaré por ti y para ti siempre, hagas lo que hagas, si tengo que ayudarte en algo... Lo haré encantado, además, me encantaría conocer a Mikca. - Le dio una sonrisa burlesca pero sincera hacía Ada, de la cuál ella le respondió con una bella sonrisa.

Sin embargo, los dos jóvenes no sabían de antemano que estaban siendo observados desde la distancia, desde los campos de flores, donde el viento lleva los pétalos cómo el polen de sus flores, una cara parecida a Franchesco, con un rostro que parecía que su sonrisa había una muestra de pacto con el propio diablo, con una mirada fría, malévola. Pero ese joven, no estaba sólo, sino con la loba Helba.

- Te lo dije, Cornelio, tu hermano esta saliendo con una zorra. - Exclamó Agnes hacía Cornelio, pero él más que enfadado, tenía mas que motivos de sobra para ir en contra de su propio hermano.

- Si es que se lo va buscando él solito. - Respondió Cornelio el hermano mellizo de Franchesco.

Cuando la Luna estaba llenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora