Rina estaba exhausta con algo de cansancio en su frágil cuerpo ante la situación que conllevaba. Acababa de escapar de su antiguo hogar, donde dejó hace tiempo de ser feliz, empezaba a recordar su vida, de cómo una bonita ilusión se volvió efímero como una estrella fugaz: se casó demasiado joven, bajo el desacuerdo de los padres de aquel hombre que ella aún amaba con dolor, luchó contra todos los inconvenientes para ser feliz con el hombre que amaba, tuvo a su primer hijo con ilusión, amor y cariño. Pero ahora, tenia en camino a su segundo hijo, su marido empezó a maltratarla desde que empezó a trabajar en la Mina de Platino, cuando era todo amor ahora empezó el odio, contra su voluntad empezó a violarla, ya no sentía su cariño, sus dulces besos, sus buenos días, todo de aquel hombre que creía ella conocer, había desaparecido ante sus ojos.
Cuando venía de aquel bar de mala muerte, él seguía queriendo beber más, incluso cuando venia ya bebido, hasta su límite, gastando todo el dinero de su trabajo en el alcohol.
Su primer hijo, Ricardo, era un joven jubiloso lleno de vida, pasaba tanto tiempo con su madre que le dedicaba coronas de flores o dibujos de sus padres felices, pero con el paso de los años... Dejo su sonrisa llena de vida a una amargada mueca falsa llena de envidia e amargura, pasaba de su auxilio, ya no la defendía delante de su padre, la dejaba que fuese humillada, "O tú o tu madre", soltaba el macabro padre, se unía a los maltratos físicos y psicológicos hasta tal punto, de humillarla en público.
Rina ya no se sentía a salvo en su propio hogar, donde estaba lleno de amor y cariño, ella debía huir. Debía pensar en el futuro de su hijo que estaba creciendo en su vientre.Rina había escapado con éxito, sin que se enteraran los hombres del hogar, les hizo la cena como todas las noches, consiguió un somnífero muy potente que le habían recomendado las jóvenes del pueblo, cuando cayeron en el profundo sueño... Pudo huir con su vientre ya formado, en las profundidades del Bosque de Llena Nevada. Estaba decidida a escapar, hacer una nueva vida, criar a su futura criatura para que fuera una persona de bien, no temía a nada ni a nadie, pero eso pensaba ella hasta que, entre la inmesa oscuridad del bosque, caminando con prisas pero teniendo cuidado bajo un farol pequeño pero luminoso, se quedó quieta, vio desde a lo lejos algo que pensó que nunca iba a ver en su vida: un lobezno blanco les estaba espiando desde la lejanía, curioso pero en silencio, un cachorro blanco que se veía su pelaje por el pequeño pero potente farol, Rina intento aligerar sus pasos para no molestar al pequeño cachorro, su intención era no ser comida esa noche, pero no podía por culpa del impacto de ver a ese precioso lobezno pero por el miedo de perderlo todo: había roto aguas, había llegado el momento de que su criatura naciera esa misma noche.
- No... - Susurraba Rina entre el miedo pero con rabia - Solo aguanta un poco más... - Acariciaba su vientre con su mano suelta pero sin soltar el farol de su mano derecha.
Pero Rina tuvo que apoyarse en un árbol para no caerse delante, su criatura estaba decidida a nacer en esa misma noche.El pequeño lobezno hizo un gesto con su pequeña nariz rosada, notó por su olfato que algo malo la pasaba a esa mujer humana, al ver que ella se apoyaba en aquel árbol, ya sospechó que algo andaba mal, su lado noble hizo que reaccionara enseguida, rápidamente, dejó de vista a Rina para ir corriendo a donde estaba su manada, fue galopando a toda velocidad hasta llegar al grupo de lobos que no estaban alejados de donde estaba Rina, los demás lobos empezaron a mirar al lobezno con una cara entre sorpresa y extrañados, pero el lobezno buscaba sólo a su padre, el mas grande de los lobos, que lo situó al final del grupo, tumbado en una roca de tamaño mediado pero de una forma semiesférica curioso al verlo pero con un color grisáceo oscurecido, algunos lobos aún dormían, pero los otros iban a curiosear que estaba pasando al pequeño lobezno.
El joven lobezno paró delante del gran lobo grande, su padre, que estaba reposando, levantó la cabeza al ver que su hijo hizo un parón en seco delante de su cara, notando que estaba eufórico, le miró a los ojos, esperó a que el pequeño lobezno cogiera aliento.
ESTÁS LEYENDO
Cuando la Luna estaba llena
WerewolfRina, huyendo de su pasado cómo de su mala suerte junto a su querida hija Helena, conocen a la manada de los Loboso del Valle de Llena Nevada, donde son protegidos, cuidados y queridos cómo si fueran parte de la familia. Pero Helena descubrirá que h...