Capítulo 25: Asustado.

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David

Escribo sin parar en mi computadora, necesito distraerme o me volveré loco, no me gusta nada que Steph trabaje a estas horas, pero prometí no interferir. Y por lo mismo después de dejarla en el bar, maneje hasta mi departamento y me encerré en el despacho para trabajar en un caso hasta que se haga la hora en que sale mi hermosa novia.

El sonido de mi celular hace que deje de observar mi computadora para llevar mi vista hasta el aparato, lo observo unos segundos y tengo un mal presentimiento, solo ruego que no se trate de mi mujercita.

Agarro el celular y me sorprendo al ver que se trata de Alex ¿Qué querrá? ¿Acaso al fin ha dado el brazo a torcer? Dejo mi debate interno para contestar.

-¿Bueno?-digo con cautela.

-David, tienes que venir a la clínica Central.-dice agitado e inmediatamente siento como mi pulso se dispara de solo imaginarme cientos de situaciones.

-¿Para qué?-pregunto cómo tonto, pero solo quiero que me diga que la mujer que amo está bien.

-Lo sabes, Steph fue atacada.-explica con la voz rota.

-No, no me digas eso.-suplico al tiempo que me levanto de un salto para agarrar las llaves de mi auto y salir rápidamente de mi despacho.

-Solo ven, amigo.-dice para cortar la llamada, guardo mi celular en el bolsillo de mi pantalón.

Salgo lo más rápido de mi departamento y prácticamente corro hasta mi auto para subirme y manejar hacia dónde está mi vida, estábamos hablando, es más hace media hora me había dicho que estaba bien ¿Qué sucedió? ¿Quién se atrevió a lastimarla? ¿Por qué no estuve ahí para protegerla?

Luego, de unos diez minutos estacionó en el primer lugar vacío que encuentro y bajo del auto para seguidamente correr por los pasillos hasta llegar a la recepción de la clínica, necesito que alguien me diga que mi belleza está bien, o de lo contrario moriré.

-Señorita ¿Cuál es el estado de la paciente, Stephanie Becker?-pregunto apresuradamente.

-Señor, tranquilícese.-pide una de ellas ¿Pero cómo hacerlo cuando no sabes cómo está la mujer de tu vida?

-No, no puedo, necesito que me diga cómo está.-digo desesperado.

-David.-escucho a mis espaldas así que me doy la vuelta para quedar de frente a mi amigo.

-¿Cómo está? ¿Qué sucedió? ¿Quién fue?-lo ataco con pregunta y el solo niega con lágrimas en los ojos.

-Nos sentaremos y te contaré todo.-dice mostrándome la sala de estar, a lo que asiento sin más opciones.

Nos encaminamos hacia las sillas que se encuentran en la sala de espera, ambos tomamos asiento en completo silencio.

-Fui...a verla, quería hablar con ella. Sabes le iba a pedir perdón y le iba a decir que los apoyaría.-dice con una sonrisa irónica y los ojos tristes.-Pero en cambio me encontré a mi hermana siendo atacada por dos hijos de perra.-explica haciendo que la furia crezca en mi interior, los mataré si los tengo en frente.

-¿Los conoces?-pregunto tragándome mi dolor, debo dejar de lado mis sentimientos y concentrarme en hacer lo mejor para ella.

-No, no los he visto en mi vida, pero dijeron algo...-dice pensativo.

-¿Qué cosa?-pregunto expectante.

-Que era una advertencia para ti.-dice sin entender, pero yo sí que lo entiendo. Fue el maldito hijo de perra que me engendro.

-Hijo de perra.-digo entre dientes.

-¿Tú...sabes quién fue?-pregunta.

-Sí, pero yo me encargo de eso.-aseguro. Todo es un caos, los guardaespaldas no sirven para mierda, no se dieron cuenta que mi mujer estaba siendo atacada.- ¿Fue atacada en el bar?-pregunto incrédulo, se supone que hay mucha gente.

Mi amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora