Capítulo 3: Iguales y opuestos

1 1 0
                                    

Ana

Una fuerte luz me dió en la cara y tuve que esforzarme a horrores para abrir mis ojos mientras me acostumbraba a los rayos de sol que entraban por la ventana de la habitación. Cuando fui consciente de todos mis sentidos y de mi tiempo en el espacio sentí como algo se aferraba a mi cintura con fuerza.

Analicé mejor la estancia donde me encontraba y así determinar que este no era mi apartamento ni mucho menos mi habitación por los tonos sobrios de las paredes y por el ostentoso lugar que parecía burlarse de mí. Mi cabeza se llenó de millones de imágenes de la noche anterior y fue cuando caí en cuenta… debía salir de aquí.

Quité a la amazona de carne y hueso de mí y me senté en la cama recorriendo mis vista por el suelo para ubicar mi ropa. Un reloj en la pared indicaba que ya eran las 9 AM, estaba tan cansada y…

¡Maldita sea! Hoy tenía que ir a clases o sino voy a reprobar.

Tome mis cosas con rapidez para evitar hacer ruido y así despertar a mi cliente porque no tenía ganas ni tiempo para lidiar con él.

Me puse los malditos tacones y salí corriendo de la habitación y caí en cuenta que no tenía puesto mi sostén. Me devolví a la habitación del extraño a toda prisa y… ¡Oh, sorpresa! El sostén estaba al lado de la cama donde él dormía. Lo tomé con afán para colocarlo donde debería ir  y el sujeto se removió con incomodidad cosa que me hizo aguantar la respiración.

Más de una vez me acosté con hombres que a la mañana siguiente me enteré que estaban casados, y no porque ellos me lo dijeran sino que entraba la esposa envuelta en llantos y yo quedaba atrapada en la complicada situación. Así era mi mala suerte.

Se removió más, tallo sus ojos y supe que se despertaría. Mi corazón se aceleró y salí de aquel lugar tomando mi saco en el proceso.

Debía apresurarme ya que tenía que cambiarme está asquerosa ropa.

—Bonita hora para llegar—bromeó mi compañera de asiento apenas llegué al aula y el señor Tomás no me quitaba la mirada de encima ya que había llegado una hora tarde.

—Lo siento, estuve muy ocupada—respondí agotada.

—No sabía que dormir hasta muy tarde era estar muy ocupada—dijo sarcástica y casi me hizo bufar «si supieras…»

—¿Dieron algo importante?

—Solo lo hemos visto rascarse su gran culo por una hora—dijo neutral, pero un risita escapó de mis labios.

—Que bueno es llegar tarde y reírse en media clase, ¿no es así, señorita Shirley?—inquirió arisco el profesor que me fulminaba con la mirada.—Le aconsejo que si no tiene ánimos de estudiar está en todo su derecho de retirarse y así volver a cursar el semestre.

Todo el salón empezó a murmurar y yo me sentí expuesta.

El profesor mandó a callar a todos como siempre.

Continuó con la clase. Luego de media hora, la clase acabó.

Recogí todo y salí rápido del aula para asistir a tiempo a la siguiente clase con Analiz corriendo detrás de mí.

—¿Por qué vas tan rápido? Sabes bien que no te puedo llevar el paso por mi estatura—se quejó.

Voltee a verla sin emoción alguna ya que mi cabeza estaba tan desordenada hoy como ningún otro día.

Algo me hizo tropezar cuando mi campo de visión quedó bloqueado por algo.

Precious—miré al hombre frente a mi y retrocedí un poco para verlo mejor.—¿Esta noche nos vemos?—dijo Jonas con ese aire intimidante que siempre tenía.

TENTACIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora