Ana
Una fina capa de nieve cae sobre mi abrigo y la aparto con fastidio mientras visualizo aquello casa vieja dónde se encuentra mi mayor pesadilla.
Mis pasos son pesados por la molesta nieve que se encuentra a lo largo del sendero y eso me dificulta un poco el andar, pero nada de eso me detiene.
Las luces están encendidas y se escuchan quejidos como también una voz grave soltando insultos que me hacen sentir enferma. Llegó a la casa y subo las pequeñas escaleras del porche mientras abro la puerta del lugar y todo se escucha más fuerte que cuando estaba a metros de distancia.
Se siente el olor a cigarros, alcohol y sufrimiento en el aire, como también retumban los gritos en todo la casa, el lugar parece una escena de terror.
Camino hasta donde provienen los gritos y al final del pasillo veo una puerta entreabierta dónde se ve el movimiento de unos cuerpos forcejeando, camino segura y saco el aparato de metal de mi bolsillo colocándolo en posición cuando siento que alguien me toma por detrás logrando que el objeto caiga al suelo en un golpe seco.
—¿Quién carajo anda ahí?—gritan desde la habitación y quién me toma por detrás me mantiene firme a la espera del dueño de dicha voz.—Vaya, vaya. ¿Pero quién tenemos aquí?
Me lanzan al suelo y veo a mi madre inconsciente en el piso de aquella habitación.
—¿Qué le hiciste?—le grite al hombre frente a mí.—Responde, cobar…
Mi boca palpitó con dolor y pude sentir el sabor metálico a sangre apoderándose de mi gusto.
Un golpe.
Otro dolor punzante en mi pierna izquierda que me hace retorcerme. El hombre frente a mi sonriendo con superioridad, intimidante, demandante y aterrador.
Segundo golpe.
—¡Bienvenida a casa, zorra!
Otro dolor se extendió por mi costados así como en mi cabeza que punzo en reacción.
Tercer golpe.
—Lastima que tu madre no podrá verte y que tengas que irte tan rápido.
Cuarto golpe.
—Lastima que no pude follarte cuando tuve la oportunidad, ya no sirves para nada, zorra.
Mi cuerpo es lanzado a una superficie firme y el dolor es tan abrasador que lo siento como una parte de mí.
Unos ojos me observan atentos llenos de ira, como si su vida dependiera de mi dolor.
Quiero vivir, no quiero morir como una cobarde.
El sonido ensordecedor de un proyectil inunda la atmósfera y por mis mejillas se resbalan un par de lágrimas traicionera…
Despierto de golpe y mi corazón retumba en mi pecho queriendo salirse, siento como si he corrido un maldito maratón. Transpiración recorre mi cuerpo de pies a cabeza presa del miedo.
Esto no es real, Ana, no te preocupes. Todo pasará, solo respira.
Intenté calmar mi respiración con ejercicios de respiración que aprendí y sentí como volvía a la normalidad, como empezaba a separar las pesadillas de mi realidad.
Las pesadillas me han perseguido por años, pero las de este tipo habían dejado de aparecer tan pronto comencé a vivir mi vida con un poco de realidad. No tenía idea de porque volvían ni mucho menos, pero deseaba que se desaparecieron así como llegaron porque no estaba dispuesta a tener una crisis como esta.
Mire a mi alrededor y me sentí un poco desubicada porque esto no de parecía en nada a mi habitación y fue ahí cuando caí en cuenta: estaba en casa de Cole, el tipo que pago una cifra descomunal por mis servicios.
El reloj marcaba las cuatro de la trade y no podía creer lo mucho que dormí. Me levanté de la cama que era demasiado blanda para mí fuerza de voluntad y me percate que aún seguía usando su camisa, era como una clase de venganza ya que el había roto la mía.
Era hora de buscar algo para comer o sino me iba a dar anemia.
Salí de la habitación que ahora lúcida y sin ningún tipo de sentimiento de lujuria en mi sistema me doy cuesta que es estúpidamente grande, igual que el apartamento en general, todo esto debe costar una fortuna y ahora entiendo porque él no se alarmó ni inmutó con la gran cantidad de dinero que pago por mí.
Llegando a la cocina y abro un estante pulcramente pulido, dándome una bofetada porque en mi apartamento que comparto con Alexa guardamos las cosas en casa por ser tan pequeño.
La repisa estaba llena hasta arriba de pura comida de todo tipo y aunque por fuera se ve pequeña es demasiado espaciosa ya que dicha comida abarca todo el estantante hasta el fondo, parece casi una mentira, como una fantasía.
Detalle un poco el apartamento y apesar de que me parecía ridículo que solo el tipo viviera aquí tan solo y esto fuera tan grande me sorprendió su buen gusto, todo era simétrico y encajaba tan bien que se podría decir que todo era perfecto.
Decidí comer un tazón de avena porque de repente me sentía como una intrusa y no quería abusar de más, demasiado tenía con haberme quedado con su camisa y para colmo poner otro como pijama.
Me fijé que no había ni una sola fotografía más excepto una que logré ver en su habitación de un niño muy serio y otro con una amplia sonrisa. ¿Acaso no tenía una familia?
Okey, hice una lista mental y no sabía exactamente que tenía claro hasta ahora: no tenía una pareja, al parecer, no tenía un familiar al cual amase tanto como para tenerlo plasma en una fotografía, tenía más comida que cualquier supermercado y probablemente se haha obsesionado conmigo y por eso estoy ahora aquí. Tenía dinero, muchísimo dinero, y quitando eso era demasiado guapo para este mundo, si no me equivoco trabaja de abogado o algo por el estilo. Sip, el perfil de un posible loco.
Uno, dos, tres, cuatro… el número me molesta con solo pensarlo y me hace sacudir la cabeza.
Me deben estar jodiendo.
Veo el reloj en la gran pared de la sala y volteo a ver el reloj de la cocina para confirmar la hora y me percato que no es tan tarde así que no estoy muy segura de quién podría estar llamando a la puerta de este gran apartamento en el cual ahora soy una intrusa o una parte integral de el, ya no lo sé.
Los fuertes golpes se escuchan secos y son demasiado molestos ya que lo hacen con insistencia. Camino rendida hacía la puerta y la abro sin más.
—¿Qué se te ofrece?—digo apenas visualizo el cuerpo de una morena que me mira furiosa.
Siento como mi mejilla izquierda arde y es cuando caigo en cuenta.
«Me ha dado una cachetada…»
∆
¡Hola!
Espero les haya gustado el capítulo y disculpen si tiene demasiado relleno, a veces me cuesta que todo sea emoción y no haya mucho pensamiento personal de los personajes.
Bye.
Ari.
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TENTACIONES
RomanceLa vida de Ana Shirley era tan complicada como un cubo de rubik así que ella prefería no involucrarse mucho con el exterior hasta que llegó él. Ana era una bailarina exótica en un bar de mala muerte desde los 15 años, su madre la obligó a trabajar d...