Capítulo 4: Repeat

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Cole

Maldita luz matutina.

Mi cabeza punzo con dolor cuando el sol me dió de lleno en la cara.

¿Quién tuvo la brillante idea de dejar las cortinas abiertas?

Me removí entre las sábanas buscando una fuente de calor para este frío que me calaba los huesos.

Batallé con la sábana cuando me percate que solo era yo en la maldita cama fría. ¿Acaso estará desayunando? Si, eso era.

Me puse a buscar la camisa que traía ayer y fue un tremendo fiasco porque no la conseguí por ningún lado así que solo me puse los bóxer.

Salí directo a la cocina y está estaba desierta.

¡Maldición!

Sí, era una prostituta. Sí, era su deber no dejar rastros. Sí, esto no debería importarme en lo absoluto, pero es que me es imposible olvidar semejante cuerpo.

Quería repetir, eso era todo y me sentía frustrado de que no me haya percatado de que se fue.

Estaba sorprendido por la creatividad de mi tío, siempre me regalaba coches, relojes caros o un par de billetes que no me hacían tanta falta como él creía, pero este año se lució con ese regalo.

Aunque lo bueno duró menos de lo que quería.

Un bufido de frustración escapó de mi y caí en cuenta que había algo que no encajaba en mi sala. Era algo negro cerca del sofá que no distinguía muy bien.

Tal vez era mi camisa.

Me acerqué tomándola con pereza y me di cuenta que estaba equivocado por segunda vez, esto no era mi camisa ni mucho menos. Era su saco.

Huele a vainilla y tal vez sea el olor o la impresión de que dejara algo aquí, pero estaba casi seguro que cuando uno olvida sus cosas en algún lugar ajeno a tu casa te devolverias a buscarlo.

Ella se devolvería a buscarlo, ¿No?

Luego de ducharme y olvidarme de todo lo que pasó ayer, decidí por irme a la empresa. No era costumbre que llegara tarde, pero que más da.

-Bonito día, señor Jones-saludó mi asistente con ese tono neutro tan característico de ella.

No dije nada y me adentré a mi oficina para terminar todo lo que deje pendiente ayer.

Mi cabeza me traicionó y lo que intenté olvidar lo recordé en segundos dejando en mi mente recuerdos de la noche anterior, y así estuve toda la semana.

Su recuerdo me perseguía en todo lo que viera, si veía a una mujer con cabello rubio y largo asumía que era ella, si veía una figura semejante a la de ella asumía que era ella, cada vez que me sentía extremadamente cansada la imaginaba a ella dándome un masaje.

Pude hasta escuchar de nuevo como gemía cosa que me hacía darme placer para aminorar el deseo que aquello provocaba.

¿Qué hacía yo pensando que un simple prostituta? No tenía ningún sentido, no tenía nada de especial.

Necesitaba otra cosa que me despejará la mente.

Suspiró con pesadez cuando veo a Adam irrumpir en mi oficina din previo aviso, no me molestaba su compañía me molestaba la personalidad de mierda que tenía: hiperactiva, odiaba tanto esa personalidad en las personas que no podía creer que alguien como él trabajará conmigo.

Se sentó de manera despreocupada y monto sus sucios zapatos en mi escritorio, pero el relajo le duró poco porque de un movimento los baje sin ninguna contemplación.

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