Capítulo 2: Cumpleaños feliz

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Cole

—¿A dónde vas?—me pregunta la rubia que se encontraba en la cama.

—Debo irme—dije seco.

—Quedate, ¿sí?

La que habló fue otra rubia que salía del baño y no logré recordar quién era quién, ni siquiera logré recordar sus nombres.

—Lo siento—cogí mi celular de la mesita de noche. Acto seguido, me retiré del hotel.

En mi cumpleaños un amigo tenía la idea de hacerme una fiesta sorpresa, pero esa maldita fiesta sería más que una reunión de negocios, estaba seguro de eso.

Adam era un dolor en el trasero y él era quién se encargaba de mis fiestas sorpresas de cumpleaños que siempre terminaban en fiasco.

Aunque no puedo negar que soy muy afortunado. Estuve con las dos rubias más sexy que jamás imaginé antes de darle una bofetada a aquel idiota que solo intenta ascender.

Lo hicieron excelente.

Apenas llegué a mi departamento, me despeje de toda mi ropa y me metí al baño. ¿Cómo vas a siquiera pensar que un bar es una excelente idea para celebrar un cumpleaños? De verdad que ni se esfuerza un poco, solo vive la vida por vivirla.

Me sentía cansado. Había trabajado como loco en la empresa y la noche en el bar me había agotado el doble, y la actividad en el hotel el triple.

Salí enrollando una toalla alrededor de mi cintura mientras buscaba unos calzoncillos. Mañana es mi día y no quiero ni imaginar el montón de hipócritas que vendrán a felicitarme. Eso sin tomar en cuenta las insistentes invitaciones para salir a celebrar.

Estaba decidido, mañana iba a terminar lo antes posible de hacer las cosas en el trabajo y volvería a casa a hacer algo que me guste.

Detestaba las fiestas. Menos cuando se trataba de negocios.

Consigo unos calzoncillos y ya vestido me voy a dormir.

Cero sorpresas para mañana.

—Buenos días, señor Jones—dijo cortés la recepcionista con ese aire coqueto que se esfuerza por lograr.

Es bastante agradable y responsable, igual que es persistente, porque sigue insistiendo en volver a tener otro encuentro. Jamás volverá a pasar.

Le devuelvo el saludo y sigo mi camino a mi despacho.

Veo a Alison al lado de mi oficina, en el cubículo de mi secretaria. A veces me asusta como hace las cosas antes de que yo las pida o siquiera las piense. Siempre está un paso delante de mí.

—Señor Jones—dijo casi en un susurro, con su vista pegada al ordenador frente a ella.

—Alison—dije con educación.—Necesito lo que te pedí ayer.

Apagó el ordenador y salió como un exhalación a buscar lo que le pedí. Era una de mis mejores empleadas y la única que me caía bien. Los demás solo intentaban llamar mi atención mientras que Alison se ocupaba por hacer todo al pie de la letra.

El lado bueno era que tenían una utilidad muy buena: hacerme pasar el rato.

En menos de nada me sumergí en mi trabajo. Era como cualquier otro día: llegar a mi oficina, saludar a unos cuantos y no salir en todo el día hasta terminar.

—Cole—ni me esforcé en levantar la vista porque sabía de quién provenía esa voz.

—Adam—dije con molestia mientras lo miraba con indiferencia, como siempre.

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