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Miradas.

Joyce.

Al llegar a la escalera, me detengo de un tirón al notar a todos parados al final de ella con una expresión fría.

Margareth, tenía su mirada congelada hacia otro lado, en ningún momento volteó a mirarme, con los brazos cruzados y los ojos enrojecidos.

James si me miraba en todo momento, su mirada no era fría, al contrario. Era la mirada más agradable que había recibido de su parte en todo estos días que nos conocíamos, el me sonreía dándome a entender que todo estaba bien, me hacía sentir segura.

Jason, su mirada era indeducible, no había expresión alguna solo me miraba y ya.

Jack, no me miró, siempre con los ojos clavados en el celular, y las manos en sus bolsillos.

Y por último.

Mike, que si se notaba tensó, frío y distante, nunca me había mirado de esa manera, el siempre fue cálido conmigo, aún recuerdo el día que nos conocimos, cuando me sentía incómoda con los chicos en el auto.

Bajé escaleras abajo y cuando me acerco a ellos, se apartan para darme pasó hacia al pasillo, me quedé perpleja ante su acción y me detuve frente a ellos.

¿Que?, ¿Que acaban de hacer?, ¿Porque estaban parados ahí mirándome si no me iban a decir nada?. De verdad eran raros.

—¿Que está pasando?— pregunté mientras los miré a todos.

—Ya lo sabes todo, ahora nuestro deber es explicarte.— dijo Mike.

—Sí.—habló Margareth, con voz  gélida.

Todos caminamos hacia el pasillo, sin soltar una sola palabra, cómo si fuéramos unos desconocidos, al llegar al comedor, Mike ordenó a la servidumbre que preparará la cena.

Todo estaba muy tenso, ni una sola palabra, el único sonido que escuchaba era el de la servidumbre moviéndose de un lado a otro trayendo la comida a la mesa.

Miré a los chicos, tenían una expresión muy extraña, cómo si hubiesen hecho algo indebido, cómo de sentimiento de culpa.

Al tener la comida frente a nosotros, di un suspiro para calmar la tensión, y detrás de mí Mike habló rompiendo el silencio.

—Rosa, queremos informarte algo muy importante!— expresó Mike.

Tragué saliva, ese nombre no me gustaba en lo absoluto.

Asentí, y seque el sudor de mis manos en mi regazo, esperé que soltara la palabra cuando de repente escuché unos pasos apresurados acercarse hacia nosotros.

Todos nos alertamos y miramos hacia la sala donde provenían los pasos, y cuando por fin los pasos se escucharon más fuertes, mi mirada se cruzó con la de Austin.

Mi corazón reaccionó lo más rápido que pudo, cómo lo estúpido que es.

Tragué saliva, y limpié la comisura de mis labios con la servilleta, mis manos empezaron a sudar como si estuviesen en un sauna y aún más nerviosa me ponía si tenía las miradas de mis hermanos sobre mí, cómo esperando mi reacción.

Red Rose.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora