2

240 34 13
                                    


                               Los Envans.

JOYCE.

El suave aroma de pan recién horneado golpeaba mi nariz, y eso me hace despertar de un tirón.

Abro los ojos como puedo, frotando amabas manos sobre mis ojos, noto borroso a la mujer que me crío, parada frente a mí, con una bandeja de comida.

Me levanto completamente, y le doy una sonrisa de boca cerrada.

no quería espantarla por el mal olor de mi boca.

Ella solo me sonríe y me ofrece la bandeja.

—¿No vas a terminar de levantarte?.—me dice con voz dulce.—¡Ya son las nueve!.—Cambia su tono de voz, a un tono de mando. Volteo los ojos y obedezco.

Ato mi pelo en una cola alta, y camino hacia mi cuarto de baño, abro la llave de la regadera, y empiezo a frotar cada parte de mi cuerpo con el jabón, cierro los ojos por un momento, y disfruto del agradable sonido del agua caer sobre mí.

Al salir del baño, escojo que ponerme, <<Bueno, no tenía nada más, si no un par de vaqueros desgastados y dos sudaderas del mismo color>>.

Salgo de mi habitación, y me dirijo hacia la sala, para hacer mis labores en el orfanato.

Ups!. Lo olvidé.—risa interna.—mis padres murieron cuando tenía menos de un año, y por esa razón estaba aquí, pero no me afectaba en lo absoluto, tenía a mamá Gissel, ella lo era todo para mí.

Mamá Gissel, era la mujer que me acababa de ofrecer la bandeja hace un momento, ¿la recuerdan?, Bueno.

Al llegar a la sala, puedo notar el secreteo entre Yarili y María.<<Las odiaba>>.

Las miro de reojo, y les pasó por un lado, y empiezan a hablar con tono que puedo escuchar.

—Ya sabemos el origen de la rara.—insinuó irritante.—tomé un largo suspiro, y cerré los ojos por un momento.

Continuó caminando por el pasillo, y tomo las bandejas de comida que me corresponde limpiar.

A todas las chicas del orfanato, tenían la labor de limpiar, fregar bandejas, y ayudar con el servicio de atención.

—. ¿Les cuento algo?—. Añadió nuevamente Yarili irritante.— Las demás sonrieron mirándome.— Es que su mamá la abandonó porque era una zorra como ella, y no podía seguir cuidándola, no le alcanzaba la plata para ella.— dijo entre risas.

Tomé un largo respiro, apreté los puños a mis costados, mi corazón latía fuerte por la rabia que emanaba, y en cuanto menos lo esperaba, ya la tenía agarrada por los cabellos con ambas manos.

Gritos por todo el lugar, apenas los escuchaba.

La impotencia no me permitía escucharlos, no sentía ni los golpes que recibía de Yarili.

Lo que pude sentir fue un empujón que me lanzo al suelo, levanto la cara, y me encuentro con la directora que me miraba con cara de desaprobación.

—¡Las dos irán al cuarto de castigo!— Ordenó casi gritando la directora.—obedezco y camino hacia el cuarto.

Pasó por frente de todos que me miraban y me sacudían su cabeza en desaprobación.

No me importaba, pero algo que si me dolió mucho, fue la mirada de decepción de mamá Gissel. Yo sólo bajo la cabeza.

Al llegar al cuarto, mi corazón empieza a latir desesperadamente, los recuerdos de aquel día estaban llegando a mi mente.

No era la primera vez que me castigaban en este lugar, siempre lo hacían por la misma razón que estaba aquí ahora.

Red Rose.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora