Capítulo 14. ¿Quién dice la verdad?

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HANNAH

- Te ves fatal, ¿Te quedaste despierta esperando a que Chelsea llegará de la fiesta? - murmura Katia, colocando dos vasos de café en la mesa, sentándose de frente a mi.

- Algo así - tomo el café y le doy un sorbo - discutimos un poco y no pude dormir por eso.

Katia pone una mueca y bebe de su café, parece pensativa, mira el reloj de la pared y después a mi.

- ¿Qué fue lo que pasó? Cuéntamelo, todavía tenemos tiempo antes de irnos.

Suspiro pesadamente y le cuento todo lo de la noche anterior. Ella me observa, analizando cada detalle y asintiendo con cada cosa que le explico mientras toma de su café mañanero.

Al terminar yo de hablar, se queda unos minutos en silencio, haciendo círculos con los dedos en el borde de del vaso.

- Es muy complicado esto - ella frunce el ceño - ¿Quieres mi sincera opinión?.

Yo asiento con la cabeza, esperando su respuesta.

- Mira, Han, creo que ella tiene un buen motivo para enojarse y decirte todo eso - me dice, mirándome -, nunca diste ni un paso por tratar de ayudarla. Estabas más concentrada en otras cosas que en tu propia familia.

- Ella no era mi responsabilidad en ese entonces. Además, ¿Qué se tenía que arreglar? El sexo que tuvieron fue consensuado, no hubo violación.

Ella hace una mueca, su expresión era de confusión, enojo y extrañesa.

- ¿No te sirvieron los cuatro años de estudio, verdad? - cuestiona frivolamente.

Hundo las cejas, sin comprender su pregunta.

- Ella acepto tener sexo, sí. También acepto grabarce. Pero no dió su consentimiento para que sea divulgando, a eso se le llama «ciberacoso» y es penado por la ley...

- «Según el artículo 17 de la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la Vida Privada. » Eso lo se Katia- digo, rodando los ojos.

- Si lo sabes, ¿Por qué nunca la ayudaste? Tenías contactos para que la orientarán, pero ni eso hiciste - dice Katia, en voz baja.

Aprieto los labios, sin levantar la vista a verla. Me quedo pensativa, recordando aquel día en el que Chelsea me llamó desesperada y con la voz quebrada contándome todo. Como un chico con él que ella salía subió videos y fotos íntimas de ella solo por qué lo terminó.

Lo admito, me dio coraje e impotencia el no estar con ella para apoyarla y ayudarla, pude hacerlo.

Ella solo tenía quince años y ya sufría la desesperación, impotencia, decepción y traición que una persona es capaz de hacerte, y duele más cuando es la persona en la cuál confías y crees que nunca haría nada contra ti.

Pero yo estaba sumergida en mi miseria, en mi desesperación por encontrar pruebas, por conseguir el asenso para convertirme en sargento y poder tener más poder en reabrir el caso.

- Por egoísta... En ese tiempo solo pensaba en mí y en mis propios problemas.

Esta vez mi compañera no dice nada, apoya la manos en la mesa para levantarse. Da un largo suspiro y camina al contenedor de basura que está a mis espaldas. No levanto mi mirada hacia ella, estoy completamente ida en mis pensamientos.

Siento su mano apoyada en mi hombro y sale del salón sin decir más.

[...]

Observo la casa que está frente de nosotras. Me siento nerviosa y tal vez un poco ansiosa por entrar. Hace años que no vengo a la casa de la familia de Christopher, sigue tal cual como la recuerdo, es una residencia bastante grande.

¿Lo puedes ocultar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora