Parte 1

811 32 1
                                    

Caía y caía sin poder pararme pese a que mis manos buscaban desesperádamente algo a lo que sujetarme, pero no había nada, solo un inmenso vacío que me succionaba hacía abajo...

Me despierto sudando, con las mejillas húmedas y casi sin respiración.

-Solo es un sueño, un sueño, solo eso...-empiezo a murmurar por lo bajo mientras aprieto las sabanas con fuerza.

Cuando consigo tranquilizarme limpio mi cara con la manga. Frunzo el ceño al ver la mancha roja que hay en mi almohada. En el espejo del cuarto de baño compruebo que me he arañado en la mejilla. Suspiro. Es la segunda vez que pasa en un mes.

Me pongo una tirita y vuelvo a la cama para intentar dormir un poco. No puedo, cada vez que cierro los ojos la horrible sensación de estar cayendo se apodera de mi haciendo que mi estómago se revuelva. Me levanto resignándome a no poder seguir durmiendo y bajo en silencio hasta la cocina para no despertar a nadie.

Después de desayunar cojo un cuaderno y un lapicero y salgo a sentarme en la escalera de la casa como hago todas la mañanas. Dibujar me tranquiliza, sobretodo cuando tengo una mala noche, aunque bueno, eso es casi siempre.

Comienzo a buscar con la mirada algo que llame mi atención. La calle es algo que he dibujado tantas veces que podría hacerlo con los ojos cerrados, aun así es agradable seguir haciéndolo. Si embargo, hoy llama mi atención un gato que duerme tranquilamente sobre el capó de un coche, tiene el pelaje negro y una oreja caída. Empiezo a dibujarlo mientras disfruto de los primeros rayos del sol y del aire frío de la mañana antes de que mamá venga a llamarme y a echarme la bronca porque estoy en la calle a estas horas.

La puerta se abre a mis espaldas justo cuando estoy terminando de dar un último toque al dibujo.

-¿Lucas?-oigo una voz conocida.

-Buenos días, Sergio.

Saludo a mi hermano mientras este se sienta junto a mi aun con cara adormilada y apoya la cabeza en mi hombro.

-¿Cuanto tiempo llevas levantado?-me pregunta bostezando.

-Desde las seis o así, aunque no he dormido prácticamente nada.

Le oigo suspirar. Se preocupa demasiado por mi, siempre pendiente de todo lo que me pasa.

-¿Crees que algún día podrás volver a dormir tranquilo?

-No lo se, ¿cuánto tiempo ha pasado ya?-pregunto nostálgico.

-Casi un año.

Un año. Se ha pasado rápido y a la vez increíblemente despacio.

-No llores, Lucas-dice Sergio abrazándome.

-Duele-digo sollozando.

Me abraza y yo lloro en su hombro durante un rato.

-Lo siento-digo cuando consigo calmarme-Te he mojado la camiseta. Además, debes de tener frío.

-Estoy bien. ¿Por qué no me enseñas tu último dibujo?

Le muestro el cuaderno enseñándole el dibujo del gato sobre el capó.

-¡Es genial! Me encanta.

-Quédatelo, se lo mucho que le gustan los gatos. Te lo regalo-digo sonriendo.

-¿De verdad? ¡Graciaaaaas! Si no fueras mi hermano saldría contigo-grita abrazándome.

-Que sea gay no significa que saldría contigo-bromeo.

-Aaaaaa-dice poniendo cara triste.

-Es broma-río-Venga, vamos dentro, ya casi es la hora de ir al instituto.

-No me lo recuerdes.

Entra con mi dibujo y yo le hecho un último vistazo a la calle desierta antes de entrar.

-Buenos días, mamá-saludo cuando entro a la cocina.

Le doy un beso en la mejilla mientras mi hermano la abraza, lo que acaba en una situación bastante incomoda para mi madre que mientras está intentando hacer el desayuno. Me río viendo el panorama.

-Sergio, deja a tu madre. Va ha acabar tirando algo-dice mi padre entrando en la cocina aun en pijama-Lucas, ¿qué le ha pasado a tu mejilla?

-Me arañe mientras dormía. Voy a preparar la mochila. Desayuna, Sergio, o llegaremos tarde por tu culpa.

Subo a mi habitación y empiezo a colocar todos los libros y los cuadernos dentro de mi mochila. Después hago la cama y con la mochila al hombro bajo para esperar al lento de mi hermano gemelo al lado de la puerta.

-¡Sergio!-acabo apremiándole.

-Ya voy, ya voy... no me agobies-dice llegando a la puerta con la mochila en el hombro.

-Ya vamos tarde. ¡Adiós, mamá! ¡Adiós, papá!

Salimos casi corriendo hacia al instituto para intentar llegar lo menos tarde posible porque está claro que a la hora ya no llegamos.

Entramos por la puerta de clase ambos con la respiración agitada, por suerte el profesor aun no ha llegado.

Nos acercamos ya más tranquilos a Ángela y su hermano Santi. Ángela es de nuestra misma edad pero Santi es repetidor.

-Hola-saluda mi hermano sonriendo y mirando hacia Ángela.

Esta se levanta y abraza fuertemente a Sergio provocando que este se sonroje ligeramente y que yo sonría.

-Buenos días-me saluda Santi con una sonrisa cariñosa.

-Hola-saludo sonriendo de igual forma.

Me siento a su lado en la mesa quitándole el sitio a su hermana y me recuesto contra él. Bostezo y cierro los ojos intentando descansar un poco hasta que llegue el profesor.

-¿Hoy tampoco has dormido bien?-pregunta delineando mis ojeras con un dedo.

-¿Cómo están hoy los tortolitos?-pregunto aun con los ojos cerrados.

-Igual de tiernos y tontorrones que siempre.

Me río suavemente. Es increíble que después de tres años ni Ángela ni Sergio se hayan dado cuenta de que los sentimientos que tienen ambos son correspondidos, mientras tanto Santi y yo nos lo pasamos bien viendo los avances que hacen aunque sin intervenir.

Abro los ojos para poder ver mejor lo que hacen los dos enamorados. Ambos están sentados en una mesa hablando, mirándose de forma amorosa y con sus manos casi rozándose.

-Si solo se atrevieran a coger la mano del otro...-suspiro.

-Ya-responde mirándolos pensativo-A veces me dan ganas de darles un empujón a ver si así reaccionan.

-A mi me encantaría ver eso-digo soltando una carcajada.

En ese momento el profesor entra todo acalorado y con la respiración agitada haciendo que todos nos giremos a mirarlo.

-Chicos, sentaos ya. Siento haber llegado tarde pero ahora toca dar clase.

Se oye una queja colectiva pero todos al final vamos a nuestro sitio y nos preparamos para dar una larga clase.


Quiero estar soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora