Parte 2

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-Bueno, chicos. Tenéis que hacer un trabajo sobre lo que estamos dando, tenéis mas o menos dos semanas, os daré la fecha exacta más adelante, y es por parejas.

Un murmullo se extiende por la clase mientras la gente va acordando con quien hará el trabajo. Miro a Santi para hacer el trabajo juntos y que Ángela y Sergio tengan que ponerse como pareja.

-No os emocionéis-corta el profesor-Como siempre hacéis los trabajos con las mismas personas voy a hacer yo las parejas esta vez para que aprendáis a trabajar independientemente de quien sea vuestro compañero. La lista está al final de la clase, en el corcho, miradla después y empezad a organizaros.

Con estas últimas palabras el profesor se va dejándonos a todos algo nerviosos. Toda la clase se acerca a la lista mientras que Sergio y yo nos acercamos al sitio de Ángela y Santi. Pronto los tortolitos están en su propia nube rosa mientras Santi y yo hablamos de Castle, una serie que nos encanta a los dos.

Nuestras parejas van llegando poco a poco, la de Santi, la de Sergio... Todo va perfectamente hasta que llega la pareja de Ángela. Es Daniel, un chico muy amable y siendo sincero bastante guapo. Si quisiera salir con alguien no me importaría tener algo con él, pero es hetero.

Miro a mi hermano que se tensa cuando le ve acercarse a Ángela. Le pongo una mano en el hombro intentando relajarle pero solo funciona en parte. Si las miradas mataran...

-Lucas-oigo a mi espalda.

Aparto la atención de mi hermano y su problema para centrarla en el chico que me ha llamado. Es Raúl, un chico muy estudioso y un poco solitario aunque tenga varios amigos.

-¿Eres mi pareja para el trabajo?-digo sonriendo.

-Si.

Rápidamente decidimos como vamos a hacerlo y quedamos para esta tarde ir a la biblioteca. Después nos despedimos y vuelvo a centrarme en mi hermano y sus celos. Ya no parece a punto de matar a alguien dado que Dani ha vuelto con sus amigos pero sigue sin estar bien.

Miro a Santi preocupado y él me devuelve la mirada igual. Se pone a hablar con su hermana mientras yo me llevo a Sergio hasta nuestros sitios para evitar que nos oigan y oírles a ellos.

-¿Podrás soportarlo?-pregunto-Recuerda que que vayan a hacer el trabajo juntos no significa que vayan a empezar a gustarse ni nada.

-Lo se-dice suspirando-Pero aun así no puedo evitarlo, no quiero que queden a solas. La sola idea me horroriza.

-Lo se. Yo también he pasado por eso, los celos son horribles.

Hace un año y medio yo también sentía eso, solo que no sabía lo que era lo que me llevó ha hacer varias tonterías.

Sonrío mientras me pierdo en mis propios recuerdos hasta que Sergio me toca en el hombro haciéndome volver a la realidad. Aprieto los puños con fuerza intentando ahogar el dolor en mi pecho.

-Te fuiste de nuevo-dice Sergio tristemente.

-No te preocupes, estoy bien-digo forzando una sonrisa.

Noto la mirada de alguien sobre mi. Giro mi cabeza encontrándome con la mirada de Raúl que la aparta rápidamente.

El siguiente profesor entra, última hora antes del recreo...

(...)

-Tendrías que decírselo. Declárate de una vez y así te aseguras de que no acabe con Daniel.

-¿Y qué le digo?-pregunta con amargura-Hola, Ángela, te quiero. Llevo tres años enamorado de ti, sal conmigo.

-¡Si! Sergio, no puedes simplemente callar y sufrir. Ni siquiera sabes si le gustas o no.

-Déjalo. No quiero hablar ahora de esto. Búscate un novio y déjame a mi con mis problemas.

-No te voy a dejar solo, soy tu hermano.

-Aun así deberías buscarlo.

Me río amargamente. Lo que me faltaba, enamorarme de nuevo.

-Sabes que no puedo. Apenas puedo dormir por las noches.

-Lucas... Antoine murió. El querría que fueras feliz.

-Simplemente no puedo. Además no hay nadie con el que me gustaría salir.

Nos quedamos en silencio cada uno perdido en nuestros propios pensamientos. Llegamos a casa y subimos a la primera planta. Me paro antes de entrar en mi habitación y miro directamente a los ojos de mi hermano.

-Sergio, tienes posibilidades. No la dejes escapar, no cometas un error del que luego te vas a arrepentir.

Entro en mi habitación y cierro la puerta. Resbalo con la espalda pegada a la puerta hasta quedar sentada en el suelo y me abrazo las piernas escondiendo la cabeza entre las rodillas.

Solo un nombre oigo en mi cabeza, Antoine... Y una rosa negra, como la que llevaba en mi traje el día de su funeral, como la que tengo tatuada en mi muñeca en recordatorio al amor de mi vida.

-Lucas, cariño-dice mi madre llamando a la puerta-Vamos a comer.

Me levanto y respiro hondo recomponiendo mi cara. Abro la puerta y me encuentro a mi madre preocupada en la puerta.

-¿Qué pasa, mamá?

-¿Estas... bien?-pregunta preocupada.

-Claro.

-¿Seguro?-insiste dudosa.

-Si-sonrío para tranquilizarla-Venga, vamos a comer. ¡Me muero de hambre!

Bajo corriendo las escaleras y entro como una bala en la cocina mientras oigo a mi madre reír ya más tranquila. Mi hermano ya está sentado a la mesa y mi padre terminando de servir los macarrones.

-Hola, papá. Antes no te he visto.

Me siento al lado de mi gemelo y le miro. Tiene cara seria, parece que su estado de animo a pasado de asesino a filósofo.

-¿Qué piensas tanto?

-Lo siento-me responde en un susurro.

-¿Por qué?-susurro yo también.

-Por presionarte, por decirte que tienes que salir con otros chicos... se cuanto querías a Antoine y... Lo siento.

-No tienes que disculparte. Supongo que en el fondo tienes razón pero... es solo que... simplemente no puedo.

-Lo se-dice cogiéndome la mano.

Mi madre entra por la puerta interrumpiendo nuestra conversación y dando comienzo a la comida.

Me como el plato rápidamente para poder subir pronto a mi habitación y que me de tiempo a hacer los deberes antes de irme. No tardo mucho y en apenas una hora los acabo, justo a tiempo.

-¡Mamá, me voy a la biblio!-grito desde la puerta.

-¡Vale! ¡Hasta luego, cariño! ¡Vuelve para cenar!

-¡Si!

Salgo y cierro la puerta a mi espalda. Hecho a andar calle arriba hasta una rotonda y después giro a la izquierda. Llego a la rotonda en la que he quedado con Raúl y me apoyo en una valla para esperarle.

A los pocos minutos veo una silueta que corriendo por la calle de la que he venido yo. Pronto la identifico como Raúl, lleva un gorro y una bufanda para protegerse del frío del invierno.

-Hola-me saluda cuando llega a mi altura.

Me fijo bien en él. Tiene el gorro un poco torcido y la nariz toda roja lo que le da un aire cómico.

-Hola-digo sin poder reprimir una sonrisa.

Quiero estar soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora