Parte 8

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Un pitido... dos pitidos... tres pitidos... cuatro pitidos...

-¿Lucas?-oigo la esperanzada voz de Raúl a través de la linea-¿De verdad eres tú?

-Si-digo-Era para ver si quieres quedar esta tarde...

-¡¿En serio?! ¡Por supuesto que puedo quedar!-exclama loco de alegría-Te paso a buscar a las 5, ¿alguna preferencia sobre donde ir en nuestra primera cita?

-Ninguna.

-¡¿Entonces es una cita?!

-Bueno...

-No has dicho que no lo fuera.

-Vale-digo sonriendo-Es una cita.

-Nos vemos luego.

-Adiós...

En cuanto cuelgo a mi mente acude la imagen de Raúl pegando saltos por la habitación todo emocionado. Sonrío ante la idea de que esté gritando como una colegiala y me voy a la ducha, tengo que estar presentable para mi cita.

(...)

-¡¡Lucas!! -oigo gritar a mi madre.

-¡Ya voy mamá!

Bajo rápidamente las escaleras para encontrarme con un Raúl super sonriente en la puerta.

Me despido de mi madre y salgo antes de que le de tiempo a entretenerme con cualquier cosa.

-Bueno, ¿a donde vamos?-pregunto curioso.

-Al cine.

-¿Vamos a ver una peli de miedo? Si tu plan es que me agarre asustado a ti lo llevas claro...

-En realidad mi plan era que yo me agarrara a ti, sinceramente, soy un miedica-dice un poco avergonzado.

-No te preocupes, yo te protegeré si es necesario.

Pasamos la tarde en el cine. Raúl al principio de la película se agarró a mi brazo y yo le di un ligero apretón en la mano a lo que el respondió con una sonrisa de agradecimiento que me hizo sonreír a mi también. Al final resultó ser menos miedica de lo que me había imaginado, aunque creo que tengo las marcas de sus dedos en el brazo de lo fuerte que me ha apretado.

Ahora andamos de la mano camino de su casa. Hoy me toca acompañarle a mi y aunque no se en que momento se estableció este sistema lo cierto es que los dos lo hacemos sin apenas darnos cuenta.

Al llegar nos paramos en el portal con nuestras manos aun unidas transmitiéndonos calor en esta noche tan fría.

-Ya hemos llegado-dice.

-Si... Debería irme-digo tras unos segundos.

Sin embargo ninguno nos movemos, estamos quietos mirándonos. Le beso vacilante y rápidamente me aparto, la rosa de mi muñeca está ardiendo. Intento irme pero él me retiene no dejando escapar mis dedos, ahora es él quien me besa despacio como si fuera a romperme y siento un cosquilleo en la boca del estómago.

Al separarnos ambos tenemos una sonrisa en los labios.

-¿Recuerdas la primera vez que me acompañaste hasta aquí? Subí corriendo hasta mi casa para ver como te ibas a través de la ventana-dice algo avergonzado.

-Yo recuerdo haberme desanimado un poco al ver que no te girabas en las escaleras para despedirte una última vez, ¡incluso aunque te llevé a caballito hasta aquí!

Sonríe y me besa de nuevo.

-Ahora si que tengo que irme. Voy a llegar tarde a cenar.

Suelto mi mano de la suya y empiezo a andar por la calle, a mi espalda oigo la puerta abrirse y me giro una última vez para despedirme con la mano antes de girar la esquina y perder de vista el portal.

(...)

-Por favor; por favor, no me hagas esto... no soporto verte con él. Me está matando...

Le abrazo con todas mis fuerzas y él llora en mi hombro. Odio verle llorar.

-Ya estas muerto-susurro con las lágrimas cayendo por mis mejillas- y eso me ha matado...

Me despierto como siempre, con un nudo en la garganta que me impide respirar y un fuerte dolor en el pecho. Y como siempre me visto, desayuno y cojo mi cuaderno de dibujo. Esta vez me quedo dentro de casa sentado en el sofá dibujando hasta que baja mi hermano con cara de zombi.

-Buenos días-saludo aun concentrado en la hoja.

-Buenos días, hermanito. Espero que hayas dormido bien.

-Como siempre.

Vuelvo a concentrarme en el dibujo que llevo una hora intentando terminar, pero por más que lo intento no consigo que la nariz de Raúl me salga bien. Finalmente acabo mordiendo el lápiz desesperado.

-Tiene la nariz un poco más pequeña y redonda-me dice mi hermano pegándome un susto de muerte.

-¡Sergio! No hagas eso.

-Sorry, a veces olvido lo mucho que te concentras dibujando-dice riendo.

-Venga, date prisa en terminar de desayunar. Llegaremos tarde por tu culpa.

-¿Acaso lo dudabas?-responde con una sonrisa burlona.

Pongo los ojos en blanco y le pego con mi cuaderno en la cabeza para que empiece a tomarme en serio, y con un quejido por fin empieza a subir las escaleras en busca de su mochila.

Bueno, se que el final no ha sido especialmente interesante pero son las doce de la noche y me caigo de sueño.
¿Qué os a parecido la cita de Raúl y Lucas? Parece que Lucas ya se está soltando un poco, aunque las pesadillas continuan... ¿Llegará a gustarle Raúl? Todo esto y mucho mas en el próximo capítulo.

(Si alguién contesta lo consideraré un milagro)

Quiero estar soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora