Título VI

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Finalmente, el 13 de julio de 1793, después de varios intentos fallidos para ver a Marat, la atendió en su baño; ella no le importo su estado de salud, no iba a fallar en esa oportunidad ni a su patria. Se arrodillo junto a él y le entrego una lista que según ella, eran de traidores girondinos, se la entrego mientras la leía él dijo alegremente: "Sus cabezas caerán dentro de quince días" mientras estaba distraído ella saco un cuchillo de su corpiño y se lo clavo en el pecho, apuñalándolo en el corazón, siendo una muerte rápida. Marat grito y Charlotte corrió fuera de la habitación, llego al pasillo solo para darse cuenta que era inútil, no tenía escapatoria. La retuvieron allí los sirvientes hasta que llegaron las autoridades, no alego inocencia ni una sola vez, la policía le pregunto "¿Quién te enseño a atravesar a Marat hasta el corazón al primer golpe?" Charlotte respondió: "La indignación que llenaba el miedo" (Corday)

Los oficiales no pensó que fuera posible que una mujer joven decidiera hacer eso por sí sola, debía estar trabajando para alguien o incluso consideraron que podía ser una asesina a sueldo, la verdad era más difícil de creer para aquellos seres; no tenía conexiones políticas, sin antecedentes de violencia, jugando a hacer una asesina intrépida, era ridículo creer en eso en 1793, una mujer significaba ser madre y esposa, no una homicida a sangre fría.

Fue detenida, protegida de la furia del pueblo, y transportada a la Abbaye, la prisión más cercana a la residencia de Marat, para indagación e interrogatorio, las personas querían justicia para su líder, querían un juicio y su cabeza.

Lo único que podía hacer en su fría celda era pensar; en su juicio, nunca hubiera querido eso, dar explicaciones, ser reconocida por su nombre, pero no tenía más opción.

La lluvia caía sobre las calles empedradas de París, empapando el carruaje en el que Charlotte Corbay estaba, llevándola hacia su ejecución, ella mantenía la cabeza en alto, con dignidad y serenidad siempre, preparada para lo que seguía a continuación, su pelo ondulado y castaño había sido rapado apresuradamente para que no frenara la gran cuchilla, varias turbas le gritaban y le enseñaban sus armas. En la plaza del verdugo, un hombre la acompaño, veía una cara de inocencia en aquella joven, no quería que se asustara con el artefacto, intento cubrir su vista pero ella se negó: "Tengo derecho a ser curiosa, nunca he visto una antes" (Corday)

Diez días antes de cumplir sus veinticinco años, estaba experimentando sus últimos momentos, contempló la guillotina, la multitud enfurecida, la capital de su hermoso país, ella esperaba más allá de toda esperanza que su cabeza no fuera en vano. Se arrodillo con una expresión de felicidad, sabía en su corazón que le estaba dando a esa gente la paz que tanto merecían, no tuvo remordimiento ni miedo en su último respiro.

Lastimosamente, sus acciones no lograron su objetivo, el asesinato de Marat agravó aún más la guerra. Los jacobinos iniciaron el periodo del El Gran Terror, en el cual fueron asesinadas cuarenta mil personas aproximadamente. Se convirtió en una mártir de la revolución.

Cincuenta años después, el escritor francés Alphonse de Lamartine relataría su historia y la denominaría el ángel asesino.

          l'ange de l'assassinat






El Angel Asesino Charlotte CordayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora