La mañana comenzó un día más. Otro monótono día para Nadia Martín.
Nadia es una hermosa loba milenaria. Rubia como el sol, con los ojos azules como el cielo, la piel blanca como la nieve, de estatura baja y complexión delgada.
Desde hacía cinco años, nada tenía sentido para Nadia. Por alguna razón que siempre desconoció, un buen día, tras perder la memoria en una caía desde el balcón de su antigua casa, unos días después de escuchar "la llamada alfa", su padre decidió enviarla a vivir a Miami con una niñera: Sara. Nadia realmente la apreciaba pero odiaba no saber el por qué sus padres se habían deshecho de ella de esa manera.
Se levantaba, se alistaba, comía algo rápido y se marchaba a clases. Entre clase y clase su padre, Ricardo Martín, el Alfa Milenario más poderoso de Chiapas (México), solía enviarle algún mensaje para desearle que tuviera una buena mañana y recordarle que, como cada día, la llamaría a las ocho de la noche.
Pero ese día fue diferente. No hubo mensajes, ni llamadas... Nada.
A las cinco de la tarde, el teléfono de la casa donde vivía Sara con ella, sonó y fue la propia Nadia quien respondió, dispuesta a sermonear a su padre por haber pasado totalmente de ella ese día.
Pero nada fue como esperaba. La voz al otro lado de la línea no era la de su padre, sino la de un policía.
-¿Hablo con la señorita Nadia Martín?... Soy el agente Ríos, del departamento de policía del estado de Chiapas. Sus padres, los señores Ricardo y Lidia Martín, han sufrido un accidente cuando viajaban con los señores Andrés y Allison Díaz. Los cuatro han perdido la vida en un accidente automovilístico, al recibir el impacto de un camión contra ellos... ¿Señorita, está ahí...?.
El teléfono se le cayó de las manos Nadia y Sara lo recogió del suelo inmediatamente, informándose de lo sucedido mientras sus ojos se llenaron de lágrimas y Nadia aún yacía en shock.
Solo tres horas más tarde, Nadia y Sara estaban en el primer vuelo de regreso a Chiapas. Nadia sentía que, a medida que el avión despegaba y salían de Miami, su vida cambiaría para siempre.
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En Guadalajara (México), Verónica Díaz, una hermosa joven loba, de cabello oscuro y ojos cafés, una chica de complexión delgada, alta y alegre, veía como su vida se rompía en mil pedazos al recibir la misma llamada que Nadia.
Sus padres, Andrés y Allison Díaz, acababan de perder la vida en un accidente junto a sus mejores amigos, los señores Martín.
Verónica recordaba vagamente cosas sobre ellos, sobre todo la hija que tenían y que fue su mejor amiga, alguien con quien compartía una gran amistad y unión. La primera vez que ambas escucharon la "llamada Alfa" y eso las hizo más inseparables aún.
Pero nunca olvidaría el día que le dijeron que Nadia había muerto. Su mundo se rompió en dos y nunca más volvió a querer a nadie de esa manera, a pesar de que sólo eran unas niñas.
Pero para las alfas, no funcionaba como con los demás hombres y mujeres lobo, reconocían a su pareja tan pronto como se les cruzaba y más aún si ya habían alcanzado la madurez para oír la "llamada alfa".
Hoy, cinco años después, con solo dieciséis años, Verónica supo que Nadia era su pareja verdadera, su mate. Y hacía cinco años que estaba muerta. Y con ella, el corazón de Verónica.
Ella era la chica más popular del instituto, la mejor jugadora de rugby y, muy a su pesar, la muerte de sus padres sólo significaba que ahora era la nueva alfa de la manda de Guadalajara, la segunda manada más grande de México.
Suspiró pesadamente. No sabía cómo enfrentar la situación, pero recibió cientos de llamadas para presentarle sus respetos y aceptarla como alfa.
Aunque lo agradecía, sólo podía recordar aquellos ojos azules tan llenos de vida que a ella le daban la fuerza para seguir adelante. Y que ahora no eran más que un recuerdo en su memoria y en su corazón.
"¿Cómo lo hago, Nadia? Esto es mucho más difícil de lo que imaginábamos de niñas" se dijo para sí mentalmente, esperando una respuesta que jamás llegaría.
Abrió entonces su armario y eligió una ropa negra al azar, alistándose para ir al estado de Chiapas a reconocer el cuerpo de los cuatro fallecidos.
Se subió al coche, acompañada de Madison Levy, su mejor amigo y desde hoy, su beta. Sin él, muy posiblemente, no tendría el valor para enfrentar la situación en la que se encontraba. Ambos pusieron rumbo hasta el lugar, haciendo el viaje en completo silencio, pues ninguno tenía ganas de pronunciarse respecto a esto.
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Nadia bajó del avión junto a Sara y ambas empujaron sus maletas por el aeropuerto, donde Charly, el beta de confianza de la familia y, por ende, su beta de confianza ahora que ella era la oficial alfa milenaria de la manada de Chiapas, les esperaba para ir al depósito de la policía a reconocer los cadáveres.
Quince minutos más tarde llegaron al lugar. La policía la recibió con una reverencia, aceptándola así como su alfa y mostrándole sus respetos.
El policía les condujo a la morgue y, una vez allí, descubrieron los cuerpos de los cuatro fallecidos y Nadia cayó en los brazos de Charly rota del dolor.
Cinco años sin verse y tuvo que ser en esta circunstancia para ver como sus padres habían envejecido ligeramente.
"¿Qué se supone que haré sin vosotros?" Se repetía mentalmente Nadia una y otra vez.
Lloró, tanto que cayó desmayada y Charly tuvo que ir con Sara a llevarla a la Casa de la Manada, donde el médico, la curandera y la druida Leah, la atendieron, aconsejando a la niñera que la dejara descansar, pues hoy había sido un día de fuertes emociones para ella.
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No muy lejos de la Casa de la Manada de Chiapas, en la morgue policial, Verónica se encontraba reconociendo los cuerpos de ambas familias.
Ella rompió a llorar, dejando que Madison la consolara y la arropase en este duro momento, pues el joven beta también le tenía un gran aprecio al difunto alfa de la manada de Guadalajara.
Solicitaron el traslado de los cuerpos de Andrés y Allison para darles la sepultura que merecían en Guadalajara.
Lo último que, tanto Nadia como Verónica esperaban, era la jugada que el destino les estaba preparando en ese momento...
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LAS DOS ALFAS
WerewolfVerónica y Nadia eran dos amigas, ambas hijas de dos grandes Alfas de las mandas más grandes de México. A una muy inusual y temprana edad, ambas oyeron "la llamada Alfa" y descubrieron así que eran la mate de la otra. Asustados ante esto, ambas fami...