CAPÍTULO 6

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Verónica colocó un mechón del cabello de Nadia tras su oreja izquierda. Ésta, no pudo evitar rozar su rostro suavemente contra la palma de la mano de Verónica, lo que sorprendió a la hermosa alfa de ojos café.

-Dime, Nadia, ¿Crees en los seres sobrenaturales?... ya sabes, hombres lobo, vampiros... -la alfa de la manada de Guadalajara.

La chica, sorprendida ante la pregunta de Verónica, asintió con la cabeza, admitiendo que sabía de la existencia de estos seres, sería absurdo decirle que no, dado que ella misma era una mujer loba y, además de eso, una alfa milenaria.

Verónica suspiró aliviada ante su afirmación, la cual le dio el valor suficiente para admitir la verdad frente a ella.

Pero nuevamente la tragedia estaba rondando a su alrededor.

Fabiola, una de las compinches de Susana, derramó encima de Nadia su café, con una disimulada sonrisa triunfal al mojar su cabello y ropa.

Nadia, furiosa, se puso en pie y gruñó, posando sus fríos ojos azules en la chica que acababa de humillarla nuevamente.

Fue hasta ella a pesar de que Verónica trataba de frenarla y, esta vez, quince chicas se abalanzaron sobre ella, a las cuales apartó con un solo golpe y las empujó con una pequeña parte de su fuerza. 

Lo que para Nadia era como quitar un pelo a un gato, para un lobo normal era recibir una cruel y brutal paliza.

Verónica estaba sorprendida mirando a Nadia y, cuando esta se volvió para mirarla, justo ahí vio el color oro en sus ojos. 

Nadia, avergonzada tras haber vuelto a sus sentidos, salió corriendo del lugar hasta llegar a su casa.

Empujó la gran puerta blanca de la entrada y corrió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí con llave.

Se dejó caer en la cama boca arriba, llorando.

¿Qué pensaría Verónica de ella?... Habían sido dos peleas en un mismo día.

Nadia no estaba acostumbrada a este tipo de problemas. De hecho, nunca antes los había tenido.

Las lágrimas corrían por sus ojos sin que ella pudiera pararlas.

Sentía un dolor tan inmenso por haber provocado que Verónica la viera así...

Por suerte, hacía años que Nadia tomaba una poción en medio de un ritual que le realizaba su buena amiga, la Druida Leah. Gracias a ella, Nadia había evitado completar la maldición lobuna y con ello, cambiar a su forma de Loba Milenaria.

Cubrió su rostro con la almohada, haciendo así que nadie oyera su dolor, especialmente Shara.

Varios minutos después, una mano sobre su brazo izquierdo la hizo estremecerse, sentir nuevamente las chispas que recorrían su ser. Y supo de inmediato quien era sin haberla visto.

-Verónica, ¿Qué haces aquí? -Nadia descubrió su cara, quitándose de encima la almohada y encontrándose al instante con dos enormes ojos negros que la miraban con preocupación.

-Puedes explicarme, si no es mucho pedirte, ¿Por qué te has ido así?, ¡Ellas te provocaron, sólo te has defendido!, ¿Para qué o de qué huyes? -Verónica sonaba con un tono de voz lleno de sentimientos encontrados.

Siempre le preocupó no encontrar una mujer con la fortaleza suficiente tanto de carácter como física, para estar a la altura de llenar el vacío de su mate.

Incluso mil veces trató de imaginar cómo habría sido el carácter de Nadia de seguir viva. Pero lo que había presenciado un rato antes, superó sus mejores expectativas.

-¿Cómo que de qué?, ¡De ti!... Joder, no soy así normalmente, pero esas chicas me odian y me lo han demostrado en el poco tiempo que llevo aquí... Me arrepiento enormemente de haberme mudado, sólo te estoy dando problemas -La hermosa alfa milenaria posó sus ojos azules sobre Verónica.

Ésta, frunció el ceño, llevó su mano derecha hacía el mentón de Nadia, obligándola así a mirarla.

-Pues yo me alegro tanto de que estés aquí, Nadia. No pienses ni por un segundo que tú me has dado problemas, porque es todo lo contrario, hermosa. -la dulce voz de Verónica penetró los oídos de Nadia.

Ambas se miraban fijamente a los ojos, sin decir nada más, puesto que las palabras estaban de más.

En una simple sonrisa, ambas se hicieron saber que eran la mate de la otra.

Verónica acarició la mejilla derecha de Nadia y el espacio entre ellas se acortó lentamente, mientras sus miradas seguían fundidas la una en la otra.

Al sentir la sensación de necesidad de besarla, Verónica se acercó más a ella, pero, para su sorpresa, cuando iba a reaccionar, ya sentía los suaves labios de Nadia sobre los suyos, envolviendo su cuerpo en un billón de destellos que las recorrían a ambas sin parar.

Verónica empujó a Nadia hacía atrás, mientras ella posó sus manos en la cintura de la hermosa alfa que ahora le demostraba tener los mismos sentimientos hacia ella.

Cuando se separaron para tomar aire, Nadia echó a un lado su cabeza, dejando su cuello descubierto y a merced de Verónica.

Si bien Nadia no tenía recuerdos, conocía las costumbres lobunas, una de ellas y quizá la más importante, en especial para un alfa, era la de marcar a su pareja.

Con este gesto, Nadia le estaba mostrando a Verónica que estaba enamorada de ella y que, sobre todas las cosas, estaba dispuesta a ser su pareja hasta el final.

Verónica asintió y besó el cuello de Nadia.

Bajó lentamente con sus besos hasta sus senos y los recorrió con sus labios por encima de la ropa, aunque esto no impedía a Nadia sentir el placer ligeramente.

Acarició su sexo contra el de Nadia, aún ambas vestidas, y Nadia comenzó a gemir por el ligero placer que esto le provocaba.

En el momento que ambas sintieron la necesidad de ir mucho más lejos, Verónica se controló y suavemente hincó sus dientes en el cuello de Nadia, quien gemía entre placer y ligero dolor. Después, Verónica limpió la sangre de Nadia con su lengua y la bella rubia le sonrió, satisfecha.

Verónica no podía evitar sonreír al mirar la marca morada en el cuello de Nadia, la cual ahora les haría saber a todos que era su mate, su mujer, alguien intocable y por quien estaría dispuesta a matar sin miramientos.

Nadia tiró entonces de Verónica, colando su mano entre la ropa interior de ésta y arrancándole un fuerte y placentero gemido... 

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2022 ⏰

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