CAPÍTULO DIEZ

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... pero tristemente el final de esa espera se convirtió en una cita pintada de colores desagradables, en una falsa reunión etiquetada de decepción... todo eso y más, simplemente porque Lucario, su amado, no se presentó.

Cuanta razón tenía la pokémon que dijo: "Machos necios que acusan a las hembras sin razón, sin saber que son la ocasión, de lo mismo que juzgan". Cinderace no solo estaba molesta porque había llegado temprano a la cita, sino porque también era fiel y respetuosa del cumplimiento de dicho compromiso, un compromiso que había sido sellado desde lo más profundo de su corazón.

¿Porqué Lucario, luego de varias insistencias de tener una cita con Cinderace, él no se presenta a ella?, pueden ser varias las respuestas de la actitud de él, pueda que tristemente en combate, en un enfrentamiento inesperado contra la guerrilla, lo hubieran matado; de tal manera que si ese fuera el caso, talvez hubiera enviado a alguien inmediatamente a informar que no llegaría a su compromiso, y si la situación hubiera sido de emergencia, enviar un comunicado de cualquier manera para que ella fuera avisada de inmediado, no solo para avisar que no llegaría, sino que cuales serían los motivos del mismo.

Con el corazón pisoteado, Cinderace retornó  a su residencia, saludando a su encargada del hogar, se encaminó a su habitación cerrando la puerta suavemente.

Acostada en su cama y viendo el techo mientras sus lágrimas caían levemente, pensamientos rondaban en su cabeza, buscando respuestas a algunas de las razones por las cuales su amado no llegó a su cita. Pueda que no le fue autorizado el descanso que tenía derecho por alguna situación que requería su ayuda. Pueda que se presentó una emergencia a cual tenía que atender. Pueda que estando en camino, el tráfico le impedía llegar. Pueda que sus superiores le habían encargado alguna misión y que esta tenía que ser en un sitio alejado. Pueda que por los constantes enfrentamientos contra la guerrilla, él haya muerto en el combate. Pueda que él simplemente se haya tomado la relación como una simple aventura pasajera y la habría olvidado; porque tenía a su alrededor a muchas pokemones disponibles tocando la puerta de su corazón. Pueda que por estar dolido de celos de Incineroar, sabiendo que él anhelaba una oportunidad con ella, de hacerla feliz, Lucario sabiendo que su labor de militar le hacía imposible estar con ella y que Incineroar fácilmente podría conquistarla... o pueda que por su inseguridad, simplemente no quiso presentarse.

Mucho tiempo transcurrió, Cinderace inmersa en esas condiciones desfavorables, ya no era la misma pokémon llena de optimismo y radiante de alegría, aquel suceso la había dejado destrozada emocionalmente, muchos de sus amigos la notaban triste, sin ánimo, en especial Incineroar, que, sin perder el tiempo, constantemente continuaba bombardeándola con sus insinuaciones sentimentales, teniendo que soportar los constantes rechazos de ella que aún permanecía firmemente a sus piropos.

Asi de desarrollaba la vida de la tipo fuego, realizando sus actividades, sin ánimo, sin gusto y sin aprecio. Día a día se preguntaba del porque aquella actitud de Lucario, se preguntaba del porque muchos tienen que pasar por experiencias que lastiman y hieren profundamente; se preguntaba del por qué cuando el amor es puro y verdadero, lamentablemente termina con una desgracia...

Un día cualquiera, acabando de llegar a su lugar de trabajo, Cinderace escuchó que se había estacionado un vehículo frente a la entrada del establecimiento, inmediatamente se percató que eran miembros del ejército. Justo después, se presentó un militar delante de ella, que en silencio y sin más que decir le hizo entrega de un sobre. Seguro de haberlo entregado a la pokémon indicada, rápidamente se retiró del lugar, dejando a Cinderace estática por aquel momento que solo fue cuestión de segundos.

Con una actitud de desinterés, ella observó el sobre que le fue entregado, solo se limitó a guardar el sobre en un libro ubicado en la librera que tenía cerca, luego continuó con su labor de un proyecto que tenía; a pesar de que deseaba abrir aquel sobre y leer su contenido, con el pasar del tiempo realizando sus actividades, se olvidó de aquel deseo de querer leerlo, dejando el sobre metido en aquel libro.

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EL SILENCIO DEL AMOR (Lucario & Cinderace)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora