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El mayor mantenía un semblante serio, con aquellos ojos totalmente fríos y rostro sin ninguna expresión. Algunas personas que pasaban por ahí bajaban la mirada asustados e intimidados. La verdad es que la sola presencia del rubio por los pasillos intimidaba, con aquellas pintas de matón, lleno de piercings y tatuajes, sí que intimidaba.

- ¡Hannie!

El nombrado levantó la mirada del suelo al escuchar aquella dulce voz que conocía a la perfección. Éste llegó agitado, seguramente corrió por los pasillos hasta encontrarle.

- ¡Ha- Hannie! - intentaba recuperar el aire, sosteniéndose de sus rodillas.

El rubio pasó una mano por su pelirrojo cabello y le acarició. El menor levantó la cabeza y mostró una gran sonrisa.

- ¡Hay leche de fresa!, ¿Me compras Hannie?- pegó un par de saltitos - anda, anda, ¡Hannie! Cómprame una, please

Estaba seguro que tanta ternura le mataría ese día.

¡Hannie!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora