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- Wonwoo, ¿Estás bien? - preguntó Samuel poniendo una mano sobre su hombro y dejándole unas caricias. El pelinegro se encontraba extrañadamente callado, cada vez que le llamaba estaba perdido y en su propio mundo, no sonreía y a la hora de receso ¡No quiso comprar su característica leche de fresa! A pesar de que Samuel como buen amigo igualmente fue y la compró, ¡Aún no la tomó! Algo raro está pasando, su sol no está brillando como de costumbre.

- Todo bien, ¿Por qué pregustas sami? - le dedicó una falsa sonrisa.

No, las cosas no estaban bien. En la entrada se encontró con Chan, éste le pidió unos minutos para hablar y con amabilidad Wonwoo aceptó, creía que solamente quería establar una conversación, pero todo lo contrario.

"¿Piensas que Jeonghan dejó de amarme? Oh dios, Wonwoo, mirame y mirate, eres gordo, tienes una tonta actitud infantil e inmadura y tú rosa se escucha hasta en la china, ¿Sigues creyendo que él te quiere? Yo estuve en una relación con él y créeme que lo conozco. Aléjate de Jeonghan, Jeon Wonwoo."

Wonwoo se sintió devastado, él ya sabía que era muy poca cosa al lado del mayor, sabía que él merecía algo mejor, alguien sin complejo de niño de cinco años. Rayos sí. Sabía que era un gordo, que era horrible y que era inútil, había noches que lloraba hasta dormirse por esas cosas. Chan era todo lo contrario, tenía un cuerpo perfecto, con una sonrisa perfecta y una cara perfecta.

Luego de eso Wonwoo corrió hasta los baños, se encerró y comenzó a llorar, llorar y llorar.

Por primera vez, estaba dudando de todo. No era como antes, antes no se molestaba que le dijeran que Jeonghan no lo amaba o que lo iba a dejar ya que eran personas que no lo conocían, que ni siquiera se habían tomado el tiempo para hablar con el mayor, pero ahora era distinto, era su ex.

Sintió sus ojos picar, por lo que parpadeó varias veces.

- ¿Qué pasó? - insistió Samuel, ahora caminando hasta la salida.

- Y-yo...

- ¡Wonwoo! - gritó una voz que ambos conocían.

No quería ver al rubio, no quería. Se dio media vuelta y comenzó a caminar con rápidez.

¡Hannie!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora