Capitulo 1

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El comienzo de todo.

Estaba durmiendo tan cómodamente, hasta que la estúpida alarma sonó.

—Otro día viva, sin ganas de estarlo, pero con ganas de quitarle esa oportunidad a los demás, ¡Si señor!

Comencé mi mañana como siempre, un baño con agua tibia-caliente. No amanecí de lo mejor que se diga, la noche anterior me fui a una fiesta y me desvelé mucho. Si voy a contarles mi vida, debo ser sincera, las mañanas eran una mierda para mí.

—¡Levántate, bella durmiente! Recuerda que el desayuno se sirve a las ocho, dormilona.

Era mi hermana Maia, era fastidiosa, pero la amaba.

No le respondí porque simplemente no tenía ganas, pero ella sabe cómo soy y pues le valió madre que no le haya contestado.

Una vez fuera del baño me vestí, mi aspecto no me importaba mucho... Bueno en realidad sí, pero sé que con cualquier cosa me veo bien, guiño, guiño.

Decidí ponerme algo casual, unos jeans negros, un top blanco y un suéter rojo, me encantaba combinar esos colores, según Maia, me veo bien con ellos.

Decidí secarme el pelo a pesar de que eran casi las ocho, si algo odiaba era tener el cabello o la ropa mojada, era horrible.

Bajé un poco apresurada las escaleras al piso de abajo, eran exactamente las 7:50 AM, debía apurarme. Una vez en el comedor, mis hermanos y yo esperamos a mi padre.

Bueno, creo que les daré un poco de contexto para que entiendan la situación.

La familia Wintergarden... Conformada por el gran millonario Henry Wintergarden, el soltero más codiciado de la ciudad, posiblemente hasta del país, pero eso no importa ahora.

Como decía, Henry Wintergarden, padre soltero y disponible, de cinco hijos, yo era la del medio —literalmente—, era la tercera, pero en este caso no era la ignorada... No es por alardear, pero podría decirse que soy la consentida de papi.

Bueno, ¿Para qué me hago? Era la consentida, sí, pero no la única, Maia recibía todo lo que quería.

¿Quieres salir con tus amigas de fiesta? Papi lo paga.

¿Un auto nuevo? Papi lo compra.

¿Ropa de marca nueva? Papi lo compra.

¿Una colección de bolsos para cada atuendo cada maldito día de la semana? No te preocupes, papi lo compra.

No estoy victimizándome, también recibía lo que quería, pero por ser menor tenía ciertos límites.

Nada de alcohol.

Nada de drogas.

Nada de narcóticos, cigarrillos electrónicos y toda esa mierda.

Lo entendía, cumpliría 18 pronto sí, pero era un poco sobreprotector conmigo.

—Buenos días, mis hijos.

—¡Buenos días papi! —a diferencia de mis hermanos mayores que preferían decirle padre o papá, yo le decía papi, ¿Qué puedo decir? Era la jodida hija de papi.

MeganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora