Capítulo 3

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Cuando Paula ya no me veía, me apoyé contra la puerta. Creo que me apoyé tan fuerte que se escuchó desde fuera. Pero ya no me importaba. ¿En qué estaba pensando? ¿En qué estábamos pensando las dos para llegar dónde habíamos llegado?

Sí, había sido idea mía y prácticamente yo la he convencido para venir hasta aquí.

Ya está, Carol. Paula ya se ha ido. Ya hemos probado y ya hemos visto que no tenemos que seguir. Que está mal. Que esto es un error y que no podemos liarnos así como así un día cualquiera fuera del trabajo.

Pero es que yo tenía razón. Sí. Nos pasa algo más.

Y nos apetece que nos pase algo más.

Yo lo sabía, yo lo sentía.

Carol, basta.

Lo que ha pasado está mal y no puede repetirse.

Pero.

Y si está mal, ¿por qué tengo tantas ganas de que vuelva?

No, mañana la verás y te darás cuenta de que no es posible. Y se lo dirás.

Mañana.

¿Mañana?

Mañana es tardísimo.

Corrí hacia la entrada y, a sabiendas de que iba a hacer el ridículo, agarré el pomo y tiré de él hasta abrir totalmente la puerta. Esperando, sin éxito, que ella estuviera al otro lado.

Me quedé unos segundos mirando al rellano y al principio no vi nada, estaba todo muy oscuro. Sin embargo, al bajar la mirada y enfocar la vista en la penumbra, la vi. Sentada en el escalón, mirándome. Con esa sonrisa y esa mirada pícara que tiene siempre que está pensando algo malo, algo gracioso, o algo malo y gracioso a la vez.

-        Vaya, vaya... -  se puso de pie-.
-        Es que tenía algo que decirte.
-        Ya... - comenzó a caminar despacio hacia mí.
-        Sí - me estaba volviendo a poner muy nerviosa-.
-        Y ¿qué es eso que tenías que decirme? -se paró a pocos centímetros de mi cara-.
-        Pues...

Me puso las manos en la cintura y comenzó a empujarme suavemente para que volviéramos a entrar en casa. Sólo con notar sus manos subiendo por mi cuerpo, mi corazón empezaba a acelerarse.

-        Adelante, cuéntame.

Cuando las dos ya estábamos dentro y sin dejar de mirarme con esa sonrisa que me estaba volviendo loca, cerró la puerta tras de sí.

Mañana es tardísimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora