Indiferente.

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Era de noche.

Ella. Sofía estaba junto a mi, dormía, sabía que lo hacía por los pequeños suspiros que salían de su boca.

Sus brazos sobre la almohada. Ella dormía boca abajo

¿Cómo no me había fijado en lo perfecta que era?

Después de todo, había sido distante, había tratado de contenerme a llorar un par de veces solo en la espera de que todo mejore y no verme como un imbécil que llora por cualquier cosa, diablos, ¿Qué me pasaba?

Con otro suspiro robado pude ver como cerraba sus ojos.

Le di la espalda y me acomodé entre las sábanas, ahora, cerrando mis ojos.

Un ruido fuerte me despertó dejándome aturdida. ¿Qué carajos...?

Pude verla a ella y el corto desorden que había en la habitación. Sus mejillas y su nariz se veían rojas. Sus puños estaban levemente cerrados. En un movimiento recorrió toda la habitación tumbando toda cosa u objeto que estuviera en su camino.

La sala y la cocina fueron las principalmente afectadas. Pude verla romper platos, golpear cuadros y.. Pude presenciar el momento exacto donde mi corazón latió lentamente. Nuestra foto.

Diciembre 19. Día en el cual me atreví a pedirle ser su novio. Había pasado tanto desde ese momento.

Su mirada quedó fija en aquel pequeño pero tan especial cuadro de madera fina. Sus ojos se cristalizaron rompiéndome en mil millones de pedazos. No, no, no, no.

Mis ojos se cerraron rápidamente, ahora, dándole la espalda. No podía verla. No.

Me adentré en la habitación donde pude ver la cama, con pocas ganas de seguir lidiando con el desorden. Sin pensarlo. Me lancé sobre ella con los ojos cerrados. Me sentía completamente exhausto.

Unos minutos después de que me acomodé entre las sábanas nuevamente. Pude ver su sombra aparecer entre la puerta de la habitación.

No me preocupaba el desorden, sabía que ella sería consciente y lo limpiaría luego. Me preocupaba ella.

Sus pasos se escuchaban pesados, dándome a entender que estaba más que cansada y, segundos después pude sentir su calor corporal cerca de mi.

¿Hace cuanto no la abrazo?

Con un movimiento rápido pero no brusco me volteé y la abracé levemente. Amaba estar así con ella y, parece que su sonrisa no me lo negaba.

¿Qué te ha estado pasando Sofía?

I. MadrugadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora