Era de noche.
Él. Él estaba junto a mi.
Hay veces en las que quiero ignorarlo y hay otras veces en las que busco su contacto sin llegar a encontrarlo en realidad.
Pero, por más que intente ignorarlo, no puedo.
Cada madrugada, cada maldita madrugada presencio el momento exacto donde sus brazos me rodean, abrazándome, y sus suaves labios besándome a veces los hombros, a veces el cuello, a veces la mejilla, a veces los labios.
Y entonces me siento calmada pues, él está a mi lado.
Pero ¿Él lo está en realidad?
Llevo una semana haciéndome esa pregunta. Llevo un poco más de una semana llorando y buscándolo a mi lado cada vez que despierto en la madrugada. Y lo encuentro pero, no lo encuentro.
Es difícil de explicar y, temo a que me esté volviendo loca.
Mis brazos están vendados y mis nudillos destrozados de tanto golpear paredes y objetos de la casa. Llevo encerrada en esta habitación por poco más de una semana y solo he salido una vez, al bar. De esa noche no recuerdo nada pero, sí recuerdo la manera en la que sentí mi cuerpo ser abrazado por un par de brazos gruesos.
Llenándome de escalofríos.
Se me ha vuelto una costumbre ahora meterme al baño y medio cerrar la puerta, con la luz encendida. Se me ha vuelto una costumbre jugar con objetos filosos y golpear las paredes u objetos de la casa. De igual la manera en la que se me ha vuelto una costumbre llorar cada noche en la madrugada porque extraño a Juan.
Juan y yo vivíamos juntos.
Juan era mi novio.
Pero últimamente me he sentido decaída.
Juan se suicidó la semana pasada.
Pero cada vez estoy más tranquila pues, tengo las pastillas.
Y quizás, no hoy, volveré a ver a Juan.
Y él estará en la cama, esperándome como lo ha hecho cada madrugada.

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I. Madrugadas
Teen FictionGracie siempre llora en la madrugada. Juan quiere saber el por qué. Publicado de nuevo!