Una madrugada más.

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Era de noche.

Ella. Sofía estaba junto a mi, dormía, sabía que lo hacía por los pequeños suspiros que salían de su boca.

Finalmente suspiré por décima quinta vez en la noche. No me acostumbraba a esto de no dormir pero mi preocupación por Sofi era mayor que cualquier otra necesidad.

Un movimiento brusco hizo que me sentara de golpe en la cama ¿Qué carajos...? Pude verla a ella, a Sofía. De pie frente a las cajoneras que teníamos en la habitación.

"Amor.." susurré pero solo fue un intento fallido ya que mi voz era inaudible.

En otro movimiento brusco y rápido, esta tomó las llaves de la casa junto a las del auto. No dijo ni una sola palabra, simplemente salió de la habitación y finalmente de la casa. Era tarde: Sofi había subido al auto y había arrancado.

Lo primero que se me vino al cuerpo fue el sentimiento de miedo. No me agrada el estar solo. No me agradaba que Sofía me dejara.

No podía estar sin Sofi.

Quise echarme a llorar allí mismo pero finalmente decidí subir a la habitación nuevamente y esperarla despierto.

Ni siquiera sabía en dónde se encontraba en este momento, pero rezaba porque no fuera a cometer una idiotez.

Pasé horas así: sentado a la orilla de la cama, esperándola, con el reloj junto a mi poniéndome nervioso cada vez que los minutos pasaban.

Era una tortura real.

Hasta que simplemente apareció.

Finalmente eran las 5:53 a.m. momento exacto en el que ella apreció cruzando la puerta de nuestra habitación, con los ojos rojos, aún llorosos. El cuerpo temblándole, el cabello despeinado y un fuerte olor a alcohol. Entré en pánico.

¡Pudo haber tenido un accidente automovilístico en ese estado!

Y ¿A caso eran manchas moradas y rojizas en su cuello?

No me importó. Realmente nada lo hizo en ese momento exacto.

Corrí hasta ella a abrazarla con todas mis fuerzas, como si quisiera protegerla del mal del mundo. Pero ella no me correspondió el abrazo, ni siquiera se movió unos centímetros o recargó su cabeza en mi pecho como solía hacerlo. Solo caminó directo a la cama y volvió a acostarse, como si nada hubiera pasado.

Y supongo que yo tuve que hacer lo mismo.

Acostarme junto a ella como si nada hubiera pasado.

I. MadrugadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora