Junio 13.

24 4 2
                                    

Era de noche.

Ella. Sofía estaba junto a mi, dormía, sabía que lo hacía por los pequeños suspiros que salían de su boca.

Una ola de calor chocó contra los edificios de la ciudad. Había un silencio en la habitación, tal y como las otras noches.

Amaba verla dormir y, ¿Quién no la amaría? Es maravillosamente perfecta y, cada rasgo, cada expresión, cada movimiento, cada palabra que decía o expresaba era completamente único.

La miraba.

Un suspiro robado pudo hacerme sentir mal.

Ella comenzó a negar varias veces mientras apretaba las sábanas que había lavado semanas atrás. Levemente susurraba "Déjame, no, él no.." repetía y repetía.

Con miedo me acerqué a ella abrazándola

¿Qué te está pasando, Sofía?

Sus ojos se calmaron y sus expresiones se clamaron, de golpe. Ya no parecía tan alterada.

Me acerqué a su oído y con la poca voz que tenía pude formular "No pasará nada, amor. Estoy aquí para ti" finalicé ahora, pudiendo ver una pequeña sonrisa formarse en sus labios.

Algo le pasaba.

¿Algo le molestaba?

¿Yo le molesto?

¿Soy yo el problema?

I. MadrugadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora