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Ha pasado un año desde que sacaron a los chicos del sótano. Recapitulando lo que había pasado, Félix terminó con una sentencia de diez años por el secuestro de Chan, dos años adicionales por ser cómplice en el secuestro de Hyunjin y una deuda de $1,000 por usar un arma de fuego sin licencia. Por otro lado, Seungmin, después de ser interrogado y analizado por un psiquiatra, terminó en un manicomio al determinarse que estaba obsesionado con Chan y necesitaba apoyo psicológico. Por otro lado, Chan y Hyunjin, han empezado una vida como pareja; mudándose juntos a una casa aparte de donde todo lo anterior sucedió y viviendo su mejor vida.

Una tarde de octubre, cuando la pareja regresó del trabajo a casa, vieron las cartas en su buzón de correspondencia acumuladas. Chan casi nunca le tomaba importancia a estas, por lo que Hyunjin las tomó y las llevó adentro. Mientras el mayor iba a la habitación a quitarse el traje, el menor se puso a revisar dichas cartas. Estaban la factura de la electricidad y del agua, cartas de sus padres, cuentas bancarias y demás. Una de estas cartas resaltó de entre todas, una que tenía un sello de aprobado y el nombre de Lee Felix como remitente.

Hyunjin sintió una corriente recorrer su espalda por el miedo, ¿los contactó? Se decidió por no decirle a Chan sobre esto, para poder leer la carta sin una escena de enojo por parte de su amado. Tomó un cuchillo de mesa y abrió el sobre, sacó una advertencia del sobre la cual recalcaba que es una carta aprobada a ser enviada por parte de la prisión y después sacó el papel arrugado donde se veía el verdadero mensaje...

Querido Hyunjin:

Hola lindo, se que es muy probable que no quieran saber más sobre mi, pero he recapacitado sobre todos mis crímenes. No busco causar más problemas a ninguno de ustedes, pero si me siento muy mal por haber sido parte de su sufrimiento, no fue la manera de enfrentarte y me merezco todo por lo que estoy pasando. Deseo de todo corazón que Chan y tú tengan una linda vida y si llegan a olvidar el rencor, espero puedan visitarme para felicitarlos personalmente. Supe que Seungmin terminó en un manicomio, espero puedan curarlo, estaré esperando su visita.

Con cariño,
Lee Felix

Hyunjin sonrió leve al saber que Felix estaba bien con lo suyo, era como quitarse una preocupación de su conciencia. Fue con la carta a su habitación, vio a Chan desabotonándose la camisa y le mostró la carta. Al terminar de leerla, el mayor dejó salir un suspiro. No sabía si era por alivio o por el cansancio del trabajo, pero un suspiro al fin. El mayor se dejó caer en la cama sonriendo y con los ojos cerrados, al fin sus vidas estaban tornándose normales. El menor, por su parte, se acostó sobre él y repartió pequeños besos en las mejillas de su amado...

— Deberíamos ir a verlo, ya sabes, para salir de este capítulo de nuestras vidas sin rencores. — habló Hyunjin en un susurro, el mayor abrió los ojos y le sonrió.

— Está bien, lo visitaremos, pero por ahora, necesito un besito y ocho horas de sueño, si no te molesta. — bromeó Chan, haciendo que el menor dejara salir una risa cómplice.

Los días pasaron y ambos decidieron que era momento para dar la visita a la prisión, se alistaron desde temprano y fueron al gran edificio gris en donde tenían encerrado al chico de fino cabello negro y pecas esparcidas por sus mejillas. Esa ocasión el chico no tuvo muy buena noche, muchos criminales se metían con él por su apariencia inofensiva y delicada, y este, por sus delitos, nunca quiso defenderse.

Félix sentía que era una forma de pagar por sus pecados, a fin de cuentas, por algo terminó encerrado en ese lugar. El día que iba a recibir visitas despertó con los ojos rojizos de tanto llorar por los golpes de la noche anterior, dejando ver una herida abierta en su nariz y su labio partido. Le dolía el cuerpo y, por sobre todo, el ano; no era broma lo de que se metían con el. El oficial entró a su celda y le ayudó a curarlo, le dolía verlo así, por lo que cada tanto llegaba en sus ratos libres con un botiquín a tratar sus heridas. Félix se abrazó al oficial a manera de agradecimiento, había logrado una amistad muy linda con él cada que le tocaba guardia por esa área.

El oficial Seo Changbin, algo bajito para el promedio según sus colegas, pero esto lo compensaba con fuerza u agilidad a la hora de persecuciones en la calle. Sin mencionar lo bueno que era con las armas de fuego, tenía una personalidad igual de dura que su definido físico, producto del esfuerzo que daba en el gimnasio. El joven por su parte, logró ver en el ternura y benevolencia, manteniéndole mucho cariño al respetado policía.

— Hoy es el gran día, tienes visita programada en una hora, logré despejar las duchas para ti. — habló el oficial Seo con delicadeza para que el chico se mantuviera quieto mientras era curado.

— Muchas gracias, oficial... ¿cree que se noten mucho mis heridas? No quiero preocupar a quienes vienen a verme. — contestó el joven mientras se sujetaba al brazo de Changbin en un intento de no moverse por el ardor.

— Deben ser personas muy importantes para ti como para pensar en eso en lugar de ingeniártelas para no seguir saliendo herido. — murmuró el oficial mientras guardaba las cosas del botiquín, el joven lo vio enternecido.

— Son mi ex novio y su actual pareja, esperaba poder pedirles perdón en persona ya que lo superé al fin. — contestó el chico al murmuro, Changbin suspiró y recogió las gasas con sangre para tirarlas por el sanitario para desecharlas.

— No te martirices tanto por lo sucedido, ¿si? Ya estás pagando por lo que hiciste y sé que has cambiado para bien, intenta protegerte de los demás o empezaré a creer que te gusta lo que te hacen. — habló el oficial tratando de evitar la mirada del chico, este se sentó con cuidado en la cama.

— Gracias por preocuparse por mi, oficial, pero de verdad me merezco todo lo que me está pasando... nadie llega al infierno por error después de todo. — le dijo el chico intentado que el oficial no lo viera con lástima, pero estaba más que equivocado respecto a lo que este sentía por el.

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora