Egoísta

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Te extraño aun cuando estás al otro lado del mirador, donde nuestros ojos se encuentran antes que tus pasos firmes pero lentos te traen a mí, donde tus brazos bastos me rodean y en ese abrazo me siento volver a nacer.

Pero eso tú lo sabes.

Quiero volar contigo, tan alto y tan lejos como den tus alas, que se despliegan majestuosas desde tu gabardina negra que ondea con tú imaginación. Vámonos a algún lugar, donde no hayan caminos, que aunque sea un momento, te quiero solo mío.

En un impulso te dejas caer como si estuvieses leyendo mis pensamientos. El viento nos golpea con violencia y escondo mi rostro en tú pecho, aferrando mis manos a tú cuello.

—Encontré un lago, está en medio de un bosque...

Hablas contra mi oído, haciendo que mis ojos se iluminen. En estos días en que la melancolía nos invadía, donde aún sin decirlo la nostalgia nos tocaba la puerta, porque en ese mundo, solo nos teníamos a nosotros, como había sido al principio de todo en lo profundo de una mazmorra.

— ¿Podríamos...?

No termino de hablar cuando tu sonrisa me lo dice todo. Mis ojos avellanas se humedecen y aprieto mis manos mientras tú te aferras más a mi cintura. Y aceleras el vuelo.

Cuando nos detenemos, tus alas se extienden a contra luz, donde el cálido color rojizo del atardecer traspasa en hilos entre las plumas negras que forman parte de ti. Todo brilla a tú alrededor, mientras desciendes batiendo las alas oscuras con gracia hasta tocar el suelo, pero yo me quedo aferrada a ti.

—Pareces un ángel caído.

Lo digo casi sin pensar, con las mejillas sonrojadas.

—Tiene sentido que yo parezca un ángel cuando tú eres la diosa.

Me dices inclinándote y dejándome en la hierba a la que habíamos llegado. Sostengo tus mejillas y te beso. Suavemente, no tengo prisa en saborearte. Amo cuando respondes con la misma pasión con la que yo te amo.

Quiero decirte tantas cosas y solo un suspiro escapa de mi boca cuando unes tu frente a la mía y te quedas respirándome. Miro tus ojos azules como acero y pierdo el aire, como si el tiempo dejara de correr; y qué ironía era la que vivíamos, porque aquí en medio de segundos eternos en tus pupilas, nuestros cuerpos reales acostados en camas de gel a metros del otro, apenas quizá daban un respiro.

Me estremezco cuando lo pienso y como si notaras mi aflicción vuelves a besarme con lentitud, con cariño y suavidad, calmándome mientras en el proceso descubro que es también buscando tú propia paz entre mis brazos.

—Asuna...

Lo murmuras como si lo dijeras por inercia, casi obligado a murmurar palabras que calmen esa ansiedad nostálgica que nos envuelve de cuando en vez. Pero yo no necesito consuelo, aunque suena egoísta.

—No importa, no si estás conmigo.

El calor de tu piel en mi piel, desvanece la sensación de pérdida, dibujándome una sonrisa que es sincera, porque no importa dónde estemos, ni donde nos lleve el camino largo que nos falta por recorrer... Solo me basta que estemos así...


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N/A: Lo tenía ahí y bueno, porqué no subirlo? xD

Gracias y nos leemos pronto!

En 200 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora