Un viento suave le acariciaba la cara, mientras que con sus ojos cerrados disfrutaba de la tranquilidad de un día sin aburridas reuniones con el consejo. Era raro a esas alturas poder disfrutar de no tener nada qué hacer, como en aquellos viejos días en que tomaba una siesta bajo árboles en las temporadas de mejor configuración del clima en Aincrad.
Cuando lo pensaba, resultaba nostálgico.
Abrió con pesadez sus ojos que ya estaban somnolientos, solo para encontrar la sombra de una silueta que reconocería donde fuera. Su gallarda postura seguía fascinándolo sin importar cuántas veces la viera.
La castaña lo observaba con una sonrisa sutil, como si recordara algo y él estaba completamente seguro de qué era.
— ¿Por qué no te recuestas conmigo?
Preguntó en un tono perezoso, pero sonriendo para ella.
—No importa dónde, hay cosas que definitivamente no cambian.
Carcajeó cuando lo mencionó. La sonrisa de ella era melodiosa y suave, como si se acomodara a ese paisaje tranquilo.
—El clima...
—Lo sé. Es perfecto.
Él había comenzado a hablar, como si todo se tratara de un dejavú, aunque ella no lo dejó continuar, murmurando tiernamente lo perfecto que todo se sentía.
Despacio se sentó al lado del que en ese mundo, era el principal espadachín, el hombre más fuerte. Es que olvidar aquello podía resultar una tarea imposible para todos, pero para ella, que conocía al chico tras ese imponente título, era fácil llegar a ver todo eso que lo hacía humano; y eso la hacía amarlo más.
Cerró sus ojos castaños mientras abrazaba sus rodillas. El viento revoloteaba un poco su largo cabello y, a contra luz, él la veía simplemente hermosa, aún más de lo que ya era. Él se incorporó tan solo un poco, acomodándose más cerca de ella, quien por inercia bajó sus rodillas contra el césped, para darle paso a él a que posara su cabeza sobre los muslos.
—Eres hermosa, ¿Lo sabías? Asuna.
Para Kirito ya no le era complicado decirle lo bella que era y, aunque no lo hiciera tan seguido, de vez en cuando le era imposible no mencionárselo a ella.
Asuna se sonrojó sonriendo, ya no le avergonzaba cuando estaban ambos solos, pero siempre era un calor agradable oírlo.
¡Cuánto lo amaba!
Aquello era lo que le gritaba su corazón. Kirito continuó mirándola, mientras jugaba con uno de los mechones avellana y ella le acariciaba suavemente el rostro. Lentamente los ojos grises del principal espadachín fueron rindiéndose al arrullo de su más preciada compañera, hasta dormirse sobre las piernas de ella.
Asuna acomodó el cabello negro de la frente de Kirito y miró al cielo despejado a través de las hojas del gran árbol que les daba una agradable sombra. Era una sensación de paz inconmensurable sentirlo dormir tan pacíficamente cuando estaba con ella.
Un crujido de hojas la hizo mirar al costado, donde sonriendo con complicidad a quien se había quedado completamente quieta mirando, hizo un gesto con su dedo índice, indicando al dormido gobernante el imperio humano.
Ella definitivamente cuidaría de él, incluso enalgo tan pequeño, como dormir una siesta bajo un árbol.
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N/A: Solo decir que es nostalgia!!!
Gracias y perdón por lo cortito!!
No leemos pronto!
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En 200 años
FanfictionPequeñas historias o relatos que se centran en esos 200 años que Kirito y Asuna vivieron en Underworld.