Cheryl POV.
Las puertas de la iglesia de abrieron con lentitud hasta chocar con la pared una vez que se abrieron completamente. Las ancianas y ancianos más recurrentes a misa entraron primero, para luego, entrar los demás.
Odiaba venir a misa los domingos, pero no podía faltar. Mi madre venía a mi lado, mirándome con mala cara cuando se percataba de mi obvio aburrimiento.
Nadie lo sabe, pero solo vengo aquí por ella.
Esa linda y caliente morena de lentes me tenia mal. Era impredecible no mirar esos hermosos y aparentemente suaves muslos tonificados, sus hipnotizantes ojos color avellana, su enorme trasero y ni hablar de sus grandes pechos, los cuáles no cuesta mucho trabajo imaginar lo deliciosos que deben de ser.
Tan solo con cada movimiento que hace con sus gloriosas manos ya me siento mojada.
Se que esto sonara como si fuera una acosadora sexual, pero miles de veces me he tocado pensando en ella, imaginando que es ella quien me toca y me hace llegar al cielo.
Sin embargo, nadie sabe sobre esto. En nuestra comunidad está mal visto ser homosexual, todos son muy creyentes en la religión y para ellos eso esta muy fuera de lugar.
Asi que sin que nada me importara, ahí estaba yo, sentada en uno de los bancos del medio, buscandola discretamente con mi mirada.
Pero al parecer no se disimular...
Penélope: ¿A quien buscas, Cheryl? -pregunto mi madre cerca de mi oído tomándome ligeramente del brazo para llamar mi atención.
Cheryl: A nadie, madre... -murmure, sin dejar de buscar.
Finalmente mi miraba se detuvo en ese hermoso cabello negro ondulado que caía como cascada sobre sus hombros. Sonreí disimuladamente, mientras que gritaba internamente por lo hermosa que se veía hoy.
Sus redondas gafas que nunca podían faltar, una linda camisa morado pastel abotonada hasta el último botón, una falda negra que le llegaba hasta un poco más de sus rodillas y unas botas largas hasta sus rodillas.
Ella era perfecta.
Su angelical rostro no traía ni una gota de maquillaje más que un poco de brillo en sus labios, haciéndola lucir hermosa al natural.
Estaba decidido, hoy me acercaré a ella.
Es decir... somos algo así como amigas, pero solo hablamos cuando nos cruzamos por aquí los domingos.
Al igual que yo, ella viene acompañada de su madre y su hermana pequeña, de al parecer dos o tres años.Toni se encontraba sentada en uno de los bancos del adelante pero de la fila de bancos del lado contrario en el que yo me encontraba. Por lo que así pasamos las primeras horas. Yo no hacía caso a lo que el padre decía, solo la miraba a ella y todo a mi alrededor me daba igual.
El momento de descanso llegó y aquí era mi oportunidad, ya que podía estar por toda la iglesia como tú quisieras. Ir al baño, ir a comer de los ricos postres que hay aquí, hablar con tus amigos o simplemente rondar por la iglesia como tu quisieras.
Sonreí internamente al ver como ella se dirigió al baño. Inmediatamente me levanté e intenté ir detrás de ella, pero mi madre me tomó del brazo.
Penélope: Niña, quédate quieta por favor, ¿Donde vas ahora?
Cheryl: Ire al baño, madre. -ella frunció el ceño.
Penélope: ¿Ahora? Estamos hablando con la hermana Gissel. -mire a la señora, la cual no me di cuenta que estaba allí.