"No te compares."

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Nick.

Jugar rugby con Charlie siempre fue divertido por el simple hecho de tener que hacerle acuerdo de las reglas del juego o cosas como las jugadas que nuestro equipo preparaba en las prácticas. A veces, estaba tan concentrado en los estudios, que no lo culpaba de prestarle menos atención a algo que no le gusta.

Hasta ahora me siento un poco culpable de haberlo invitado a unirse en nuestro equipo. Se notaba que lo hizo para estar cerca de mí, algo que me alegra por haberlo hecho con la misma intención, pero en el fondo, siempre va a estar ese vacío sin llenar y esa molestia que aparecen cuando haces las cosas sabiendo que no quieres hacerlas.

Estábamos esperando a que el resto del equipo salga del vestuario. Charlie parado a mi lado y ansioso por el partido de hoy, se balanceaba lado a lado apoyando su peso en un pie y luego en el otro.

—Ganaremos —le susurré. Haciéndole una guiñada para mostrarme confiado.

—¿Y si no?

Su tierna preocupada voz, la dulce mirada que tenía y sus perfectos rizos llegando a sus cejas, hacían que mis ganas de darle un intenso beso aumentaran. Últimamente estábamos acostumbrados a besarnos a cada rato, tanto que si dejábamos de hacerlo por un largo rato, buscábamos la mínima excusa para hacerlo cuando las ganas nos vencían.

—Y si no ganamos... es otro partido que pudimos jugar juntos —contesté.

Otra sonrisa de su parte hizo que mi descontrol apareciera. Lo acerqué a mí tomándolo de la cintura con fuerza, y le di un beso.

—¡Hay que cambiarnos! —gritó él. Se había puesto más nervioso por mi culpa.

Eché un vistazo al lugar, y al confirmar que todos ya se habían cambiado, le hice señas para que sea nuestro turno de hacerlo.

Como un buen novio que soy, siempre acompaño a Charlie en este tipo de cosas. Entiendo los problemas de aceptación que tuvo con su cuerpo, y a pesar de que ahora está mucho mejor, algunas secuelas quedaron allí para seguir atormentándolo. Y siempre que necesite de mi ayuda para hacerle saber lo perfecto y hermoso que es, ahí voy a estar para hacérselo ver.

—¿Estás listo?

Cuando terminé de hacerle la pregunta, Charlie seguía sentado y no se había sacado ninguna de las prendas de ropa. Estaba observando con detenimiento y algo anonadado una camiseta de alguien del equipo. Sabía lo que eso significaba. Nuevamente se estaba comparando con alguien más.

—¡Ya casi! —respondió. No se había dado cuenta de que lo estaba mirando.

Se sacó la ropa rápidamente y no logró ponerse el equipo deportivo completo cuando lo detuve con la camiseta en las manos, casi antes de que se la pusiera.

—¿Estás bien? —pregunté. Mi calmado tono de voz lo persuadía de la preocupación.

—¿Por qué no estarlo? —respondió. Fingía una sonrisa, pero sus ojos caían y miraban la camiseta que antes estaba tocando.

—Vi que estabas viendo esa camiseta....

—¿Qué? —fingió sorpresa.

No me quedó otra opción de agarrar la camiseta que yacía en el banco a nuestro costado, quitarme la mía, y hacer un intento de ponerme la otra camiseta que, al parecer, me quedaba grande y me colgaba solo un poco.

Cuando terminé de acomodar la prenda en mi torso, miré a mi novio, quien me miraba con ojos como platos sin entender absolutamente nada de la situación, y le extendí la mano, incitándolo a que me siguiera fuera del vestuario para ir con los demás.

—¿Qué haces? —me preguntó confundido mientras detuvo nuestros pasos.

—¿Salir a jugar...? —respondí serio.

Se quedó atónito un instante, y luego se tiró encima de mí para abrazarme muy fuerte.

—Si crees que tener un cuerpo marcado, o más grande, te hace mejor en algo, te equivocas mucho, Char... —le susurro al oído.

Charlie se apartó de mí lentamente, y cuando su rostro apareció en mi campo de visión noté unas lágrimas marcar caminos en sus mejillas.

—Hey...

Le sequé las lágrimas con mi dedo índice, lo traje hacia mí, y lo abracé nuevamente.

—No quiero que hagas este tipo de cosas por mí. Me hace sentir muy mal, Nick —confesó con voz gangosa.

—Y yo no quiero que vuelvas a comparar ni tu hermoso cuerpo, ni tu fantástica personalidad, Char. Pero no dejas de hacerlo...

Charlie se apartó nuevamente, esta vez mirándome de frente con sus ojos cristalizados y sus hermosas pestañas húmedas. Y luego comenzó a quitarme la camiseta con rapidez.

—¿Qué haces? —le pregunté. Ahora el que no entendía era yo.

—Es que te queda mucho más sexy tu camiseta...

No dudé ni un segundo en dejarme llevar y hacerle caso, así que me puse mi camiseta, ignorando la mirada penetrante de mi novio en mi abdomen, y le volví a extender la mano.

—¿Ahora sí? —le dije. Esta vez sonreíamos ambos.

—Ahora sí...

Salimos del vestuario, pero Charlie antes se llevó un apretón en el trasero.

—!Es para la buena suerte! —le aseguré guiñándole un ojo.

Heartstopper - Historias brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora