"Nick preocupado"

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Descubrí que a Nick le gustaba abrazarme mientras dormíamos, y no sabía si era por comodidad, o qué, pero no se había despegado en toda la noche de mi espalda. No sabía si decirle que me sentía con mucho calor cuando estaba tan pegado a mí, y tenía la esperanza de que lo supiera cuando notara que mi pijama estaba un poco húmedo por el sudor, pero así no fue. Él despertó pocos minutos después de que yo lo hiciera, y me sonrió con una encantadora sonrisa.

—Buenos días, bebé —saludó él, luego de darme un rápido beso en los labios.

—Buenos días —correspondí.

Sus brazos ejercían cada vez más fuerza para atraerme hacia él, un acto que si no fuese por la incomodidad del sudor, disfrutaría mucho. Aunque no omití señal alguna de mi incomodidad, solo deje que me llevara hacia él para sentirlo más cerca unos minutos.

—Podría estar así durante todo el día —confesó mi novio, con un leve tono de voz.

Sonreí, feliz por escuchar eso, ya que también me encantaba sentirlo así de cerca.

—También yo... —dije, sintiendo como una gota de sudor caía por mi rostro.

Estábamos tapados hasta los hombros, ambos con pijama puesto, él usando la parte de abajo, y yo la de arriba del mismo conjunto. Fue decisión de ambos vestirnos así, ya que solíamos usar esa prenda de ropa para dormir. Pero aún así, el calor atormentaba mi cuerpo a pesar de no estar en una estación calurosa como el verano. Solo se trataba del cuerpo de Nick, que era muy caluroso cuando generaba contacto con el mío.

Sentimos golpear la puerta, con tres toques, y sabíamos que eso significaba que mi mamá iba a entrar a la habitación para saludarnos y traer el desayuno.

Los ojos de ambos se abrieron de sobremanera, y antes de que la puerta fuese abierta, Nick giró sobre la cama rápidamente, cayendo al colchón tumbado en el suelo, la supuesta cama donde dormiría yo.

Mi mamá no se inmutó de la pésima y nerviosa actuación de Nick al saludarla y recibir la bandeja con el desayuno en sus manos, y tampoco de que era él quien se supone que dormiría en mi cama por ser la visita. Un acuerdo que tuve que hacer con ella para que mi novio se pudiera quedar sin preocupaciones.

Ambos estábamos a punto de tentarnos de la risa. Hasta que ella salió de la habitación.

—No tiene sentido que hayas acordado esto —dijo Nick señalando ambas camas—, la puerta queda cerrada en la noche y ellos no controlan que ambos estemos durmiendo solos.

—Tiene demasiada confianza en mí —hablé, negando levemente con la cabeza.

Comenzamos a charlar mientras ingeríamos el desayuno, pero la charla frenó cuando mi mano pasó por mi nuca de un lado a otro, mostrando incomodidad.

—Debería ducharme...

Nick me miró apesadumbrado, lo que era señal de que se había dado cuenta de lo que yo pensaba.

—Perdón, no sabía que te iba a incomodar dormir conmigo —se disculpó él. Me miraba con ojitos de cachorro, algo que me destruía por completo.

—No tienes que disculparte —respondí.

Le regalé una fugaz mirada antes de buscar la ropa que iba a ponerme luego de la ducha, y él copió la acción de inmediato en modo de respuesta. Pero su rostro se mostraba muy serio.

Y recordaba el rostro serio de mi novio, quien lo mantenía cuando luego de largos minutos de relajante ducha, salí del baño y lo observé parado en la habitación, cambiado y listo para bajar. Me esperaba mientras sus ojos se distraían en los libros perfectamente posicionados en uno de los muebles.

—¿Estás bien? —pregunté, cauteloso. Aunque sabía la respuesta.

Nick dirigió su mirada hacia mí, regalando una sonrisa ladeada de labios sellados.

—¿Cómo no estarlo? —respondió con retórica.

Esa noche, era la primer noche que habíamos dormido juntos. Y la sensación de mariposas en el estómago que aún no se había ido, cuando pensaba en lo mucho que hemos avanzado como pareja hasta el momento, se intensificaba.

Jamás tuvimos una pelea, ni siquiera podría decir que conozco esa faceta de Nick sintiendo enojo conmigo, y eso me agradaba. Pero también me confundía, porque, como pasa en este caso, no sabría si él está enojado conmigo, o solamente se siente un poco desconcertado.

Dejé que pasaran las horas, intentando no pensar mucho sobre lo mal que disimulé el haberme sentido incómodo por el sudor en mi cuerpo. Nuestros planes en el día se llevaron a cabo tal y como dijimos la tarde anterior. Desde un paseo por el jardín botánico de la ciudad, una larga caminata por el parque hablando sobre cosas banales, y cena en un restaurante Francés. Una perfecta tarde y noche desbordando romanticismo. Un plan perfecto con la persona perfecta.

Y cuando la noche llegó, nos detuvimos frente a la casa de Nick. Nos habíamos quedado casi sin voz de tanto hablar sobre absolutamente todo lo que nuestras mentes pensaban, pero aún así las ganas de querer charlar una vida entera con él no se me habían ido. Una sensación totalmente hermosa.

—¿Seguro que quieres quedarte a dormir?

Fue la inesperada pregunta de Nick, la que me confirmó que aún se sentía incómodo con lo sucedido en la mañana. Y no opté por omitir hablar sobre ello ni por un segundo.

—Nick... me encanta dormir contigo —respondí, evadiendo esa pregunta para aclarar otra.

Mi calmo tono de voz y mirada entornada, pero con mucho brillo ya que se posaba en él, intentaron despojar toda preocupación.

—Lo sé, pero es incómodo para ti —agregó él. Su voz bajaba de tono con el salir de cada palabra.

—No quiero que pienses que me incomodas —dije, y lo abracé fuertemente. —Me incomoda el sudor, pero tendría que acostumbrarme...

Nick se distanció rápidamente, abriendo los ojos de sobremanera. Su mente había pensado cualquier otra cosa diferente a lo que la mía quería comunicar. Y cuando notó que mis ojos se pusieron en blanco, intentando explicar a qué me refería, su rostro se ruborizó en un segundo.

—Ya encontraremos la solución...

—Eso espero —agregó él, adentrándose a su hogar y tomando mi mano para llevarme tras él.

Esa misma noche, luego de que sea uno de los pijamas de Nick el seleccionado por mí para compartir al dormir, ambos nos acostamos juntos. Pero esta vez, mi novio mantenía su cuerpo más alejado que la vez anterior, utilizando solamente una de sus piernas para generar contacto con mi cuerpo. Algo que me llenó de ternura.

No habían pasado más de cinco minutos en esa oscura y silenciosa habitación, que de repente el calor corporal de Nick se sentía con intensidad nuevamente. Pero este solo duró unos segundos, ya que él se levantó de la cama con rapidez para revolver en el cajón de su mesa de luz.

Y el corto pitido que se escuchó cuando dejó de buscar, indicó que el aire acondicionado de la habitación había sido encendido.

—¿En serio? —pregunté en un susurro, luego de dejar escapar una casi inaudible risa.

—Muy en serio... —respondió Nick, acomodándose rápido en la cama.

Y pocas capas de ropa de cama fueron cómplices de un cómodo abrazo nuestro mientras dormíamos sin incomodidad alguna esa noche.

Heartstopper - Historias brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora