"Adiós, Ben."

1K 58 11
                                    

Charlie me convenció en que era una buena idea darle una oportunidad a Ben en ser nuestro amigo. En un principio mis motivos para rechazar ese tipo de amistad eran casi todos negativos, y Chalie poco a poco fue demostrando que dar segundas oportunidades es algo de un buen ser humano.

El clima lluvioso y las bajas temperaturas no ayudaban en los planes que mi novio tenía en este día. Yo solo quería quedarnos en lo habitación mirando películas o pasar las horas dándonos mimos. Y para ser sincero, cambiar mi plan por el de mi novio, para tener que ver a alguien que no me agrada, no me causaba nada de felicidad.

—¡Usa mi ropa! —propuse.

Charlie vestía jeans negros, botas converse de color amarillo y una chaqueta cuyo color combinaba con su calzado.

—¿Por qué? —preguntó. Estaba ordenando sus rizos mientras se miraba en el espejo.

—Porque me gusta verte con mi ropa puesta...

Mientras le contestaba me acercaba lentamente a él. Lo abracé por las espaldas y pasé lentamente mis brazos por su abdomen hasta llegar al borde de la chaqueta y quitársela con rapidez.

—¡Hey! ¡Estaba combinado! —exclamó enfadado.

—Si me das un beso te la devuelvo...

No hizo falta negociar el beso, ya que, al instante, se me tiró encima y me besó ferozmente. Cada partícula de mi cuerpo quedó helada con ese beso, era algo que me sucedía siempre que Charlie utilizaba esa forma de besar.

—Que... rico beso... —dije sonriéndole atontado.

Charlie optó por dejar su chaqueta a un lado y probar la prenda de ropa que tenía esperándolo en mi guardarropas. Y cuando vió que le quedaba estupenda, me sonrió dulcemente.

—Estás precioso —halagué.

—Lo sé. Gracias.

Ambos sonreímos y nos dirigimos a la entrada principal para irnos a encontrar con Ben en el bar.

El bar era un lugar bastante tétrico que tenía escasa luz y música alta. No era grande. Las paredes del lugar eran de ladrillo descubierto y estaban pintadas por diversos dibujos de pintura en aerosoles. Las mesas, eran acompañadas por dos sillas y la barra de tragos era atendida solamente por una persona.

Mi transparente rostro hizo una mueca de disgusto, y Charlie lo había notado.

—¡¿Qué es este lugar?! —le pregunté medio gritando.

—¡No lo sé! ¡La dirección que me pasó Ben es esta!

Puse los ojos en blanco y le eché una fugaz mirada al lugar. Al visualizar una mesa vacía le indiqué la dirección con la cabeza a mi novio y lo llevé de la mano.

Estábamos sentado sin disfrutar para nada la música que sonaba en el lugar, hasta que una persona que trabajaba allí se nos acercó.

—¿En qué puedo ayudarlos?

El mesero evidentemente era homosexual por la forma en la que recorría con su mirada todo el chiquito cuerpo de mi novio, y su sonrisa de lado que emanaba picardía también ayudaba a que los celos se comiencen a apoderar de mí.

—¡Estamos esperando a un amigo! —contestó Charlie. Actualizaba su celular para ver si lograba tener respuesta de Ben.

El mesero se fue, sin quitarle el ojo de encima a Charlie hasta alejarse lo suficiente como para no alcanzar a verlo. Mi mirada fulminante no avisó que el chico estaba en pareja. Pero no podía comportarme como un idiota frente a mi novio. No tenía motivos para hacerle una cosa así.

Puse mi mirada en Charlie, y él conectó las nuestras enseguida. Me sonrió tiernamente y repetí su acción al instante.

Pasamos más de media hora sentados en el lugar soportando mucho ruido, poca visión y las visitas a gusto del mesero que cada vez que aparecía parecía tener más intención de ligar con mi novio. Pero esto último me dejaba tranquilo sabiendo que Charlie era incapaz de hacerme una cosa así.

Veinte minutos después...

—¡Aquí tienes, precioso! ¡Los amigos de Ben son mis amigos!

El mesero le había traído una copa a Charlie que no había sido pedida. Y esto fue la gota que derramó el vaso.

—¡Suficiente!

Mi grito sorprendió a ambos chicos que estaban cerca de mí, y sus rostros manifestaron más sorpresa aún cuando vieron que me estaba retirando del lugar.

Mis pasos eran firmes y mis manos se cerraban en puños cuando, justo al salir, me choco con la figura de un chico.

—¡Hey, ten ciuda...

Me detuve al ver que ese chico era Ben.

En ese momento la impotencia de no poder comportarme como un idiota estaba carcomiéndome por dentro, y al notar que Ben me observaba con alegría en su rostro y sonrisa triunfante, me dejé llevar.

—Eres un idiota, Ben —empecé hablando calmado—, ¡Charlie jamás va a verte como él me mira a mí! ¡Supéralo ya!

Tomé a Ben de su chaqueta y apreté mis puños en su pecho. El chico que tenía amenazado de golpiza en mis manos mantenía su sonrisa irritante. La ira comenzaba a aparecer en mí hasta que la única voz que era capaz de calmarme se oyó.

—No lo hagas, Nick —dijo Charlie calmado. Se había parado a mi lado.

Decidí hacerle caso de inmediato, y solté con desprecio a Ben, dejándolo tranquilo.

—¡Hey, Charlie! ¡Lamento este malentendido! —excusó el idiota—. ¿Podemos ir adentro y disfrutar de la noche?

Charlie observó la mirada entusiasta de Ben, y luego me miró. Me sorprendió cuando en su rostro estaba la misma mirada que la del otro chico.

No iba a meterme en los asuntos de Charlie si él no quería, pero yo no podía hacer más nada al respecto. Así que abrí el paraguas y antes de retirarme le di un pequeño beso a mi novio.

—Quédate si quieres... no vuelvas muy tarde Char.

Y comencé a caminar...

—¡¿Qué haces?! —escuché llegando a la esquina del lugar donde estaba.

Charlie venía corriendo hacia mí bajo la lluvia. Sonreía de sobremanera, contagiándome cuando logró acercarse a mí empapado bajo el paraguas.

Se quedó mirándome fijamente. Mostraba el amor que me tenía sin barrera alguna en su rostro. Y a pesar de estar empapado, se le notaban los ojos llorosos.

Me limité a posar mi mano en su mentón, y bajar suavemente su cabeza para darle un beso en la frente.

—Siempre serás tú...

Y su susurro había hecho que mis ojos vieran borroso. Decir esas tres palabras lo habían dicho todo para mí.

Nos quedamos en silencio unos segundos. Y luego reanudamos la caminata a casa.

—Nick, ¿no te recuerda algo el momento que vivimos recién?

—Claro que sí, chiquito.

Heartstopper - Historias brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora