Capítulo 10: Paintball

54 15 0
                                    

–Cuéntenme sobre el poema para final de curso – exige una vez finaliza su clase, pues dejó los últimos diez minutos para charlar del tema con sus perezosos alumnos –. ¿Qué tal van?

–Es para casi dentro de un mes, señor Kim.

–Y conociéndolos como lo hago, no han escrito ni una palabra.

–Vamos, es como cualquier otro poema que nos ha mandado. 

–Es lo que ilusamente interpretan ustedes – Sejin sonríe con suficiencia desde su escritorio, asustando a varios jovencitos que ya no lucen tan relajados en sus sillas –. La mayoría no va a calificar bien al final de mi clase, a algunos los aprobaré porque me molesta ver sus patéticas caras cubiertas de acné durante otro año más, y otros saldrán victoriosos de aquí porque realmente se esforzaron. En resumen, este poema vale la mayoría de la nota, es su oportunidad para intentar salvar sus traseros de la paliza que sus padres les darán por reprobar mi materia. 

–No seremos poetas, profesor – se mofa Huening con un sonidito en queja –. ¿De qué nos servirá escribir poemas si la mayoría tomamos esta clase porque la escuela nos obliga a hacerlo? 

–Para que aprendas ortografía, redacción, intelecto y humanidad en ese cuerpo con más músculos que materia gris, tarado  – corta tajante, callando al deportista por completo y haciendo reír bajito a dos alumnos en especial que, últimamente, lo tenían intrigado. Camina justo al asiento de uno de estos, Jeon, tomando la palabra nuevamente desde ahí: – Me sorprende que esté presente en otra de mis clases, pero esto igual va dirigido a usted si quiere que disculpe las faltas que ha tenido todo el período escolar – ahora le lanza una mirada a unos cuantos más que estaban cerca –. Y esto va con todos los que han faltado, no me importa que clase de pacto tendrán que hacer, pero deben trabajar muy duro para sea el mejor poema de sus despreciables vidas – enfatiza con un golpe de su marcador en la madera de la mesa de Kook –. Vuélvanse el mismo Mario Benedetti si es necesario.

–Prefiero a Oscar Wilde – murmura el pelinegro, captando un sonido fastidiado del idiota de dos puestos atrás –. Lo mejor de salir de ésta clase, es que no tendré que ver a la persona más ignorante e indeseable de todas, cuyo nombre empieza por K y termina en ai.

–Vas a echarme de menos, gatito.

–Si Min te saca los ojos, repito, no te ayudaré – interviene Sejin, ahorrándose la inminente discusión que ambos estudiantes compartirían; no quiere envolverse por milésima vez en ese fuego cruzado sin sentido –. Como sea, vayan adelantándose. No quiero excusas como el que tienen otras materias o exámenes finales, mi materia vale como todas y es aparte del resto. Cualquier duda, no me molesten, a menos de que sea relevante, gracias.

La campana suena y todos salen desesperados, a excepción de Yoongi, tomando su tiempo para recoger sus cosas en su mochila. Jungkook salió y le hizo un ademán para hacerle alusión a que lo esperaba en el pasillo. Él asiente en respuesta y el profesor aprovecha para acercarse a su puesto con cara de sumo interés.

–¿Qué le hiciste a ese delincuente?

–Nada, y se llama Jungkook – sisea con diversión, ya lo veía venir –. Aprenderte el nombre de tus alumnos no te vendría mal, Kim.

–Sólo me basta con el tuyo, Gigi – lo molesta un poquito, algo muy usual entre ellos, como ese golpecito que se gana en su hombro de parte del revoltoso que se levanta –. No puedo creer que te echaré de menos.

–No llores aún, quedan unas cuantas semanas de tortura para ti – comenta con simpleza, acomodando su bolso en su espalda –. Respondiendo a lo otro, deberías de tener más fé en tu clase. Jungkook quizás esté interesado en tus métodos de estudio y por eso asiste más.

10 Things I Hate About You [YoonKookGi] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora