Capítulo 6: Nightmare

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Ya no podía ocultarse de Hiccup. Podía verle y escucharle claramente. Él no podía evitar reír con las pequeña ventiscas o la gente resbalando por el escarchado suelo. El joven vikingo siempre sabía que estaba cerca, esa inevitable risa le delataba mucho antes de que le viera.
No tenía problema con eso, había dejado de ser "el fenómeno climático", Hiccup asombraba a los niños de Berk con elaboradas presentaciones en un teatro de sombras. Inventaba asombrosas aventuras del espíritu del invierno. Para los niños no era difícil creer y se asombraban cuando lograban verle presenciando la función.
Incluso las noches más frías se volvían cálidas en el gran salón, escuchando historias de los mayores.

Siempre estaba observandole con una tonta sonrisa. No podía evitarlo, Hiccup se desenvolvía tan bien entre esas personas.
Los niños le admiraban y respetaban. Él también lo hacia...bueno casi, el respeto no era algo que fuera muy propio de él.


La distancia se acortaba. Aún cuando habían días que casi no podía ver al moreno, habían otros que la pasaban todo el día juntos, ya fuera compitiendo en el cielo o descubriendo secretos del mundo, habían días que no hacían más que mirar el cielo y hablar, Hiccup estaba empeñado en recuperar todos sus recuerdos de la infancia y de saber más de Jack. Berk no era la única isla en el mundo, tenían que existir muchas más.

Esa mañana, mucho antes de que el sol saliera, los dos ya se encontraban dando vueltas por el bosque. Hiccup se sentía de nuevo como un niño, mientras perseguía a Jack entre los árboles y la nieve. Si no fuera por el café de su ropa, el espíritu desaparecería entre tanto blanco.

- Jack...me rindo, es injusto que me hagas perseguirte...jack?- levantó la vista. Se sentía perdido y el albino, no parecía estar por ningún lado.

Por un segundo sintió miedo y hecho a correr, que tal si había dejado de verle y oirle.
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Le divertía mucho escapar del castaño. Esperarle, darle esperanza por unos instantes y volver alejarse, riendo a carcajadas por los torpes intentos del vikingo.
Hace mucho que no jugaban así, se suponía que era algo así como las escondidas, pero él siempre rompía las reglas y echaba a correr.

Iba a seguir escapando, pero todo se volvió negro, el mundo entero comenzó a desaparecer a su alrededor, todo era consumido poco a poco por la oscuridad y el miedo.
El aire no entraba a sus pulmones, sentía la misma desesperación que sintió al caer al lago. El frío y la oscuridad, consumieron todo a su alrededor.

"Que es lo que haces, Jack Frost"

Abrió los ojos de golpe. No se encontraba en Berk, ese lugar era oscuro y extraño. Se veía igual que un dibujo de Escher, lleno de pasillos y escaleras, que parecían no ir a ningún lado, un laberinto de ilusión arquitectónica.
Había comenzado a caminar, pero parecía que no llegaría a ningún lado.

No confiaba en sus propios pasos, por todos lados habían extraños sonidos.
El suelo no parecía estar bajo sus pies.
Aparecían escaleras a su espalda, cada vez que volteaba.
Era un laberinto, construido con miedo.

Finalmente llego a un gran salón. Del techo, colgaban cientos de jaulas, frías y atemorizantes, parecía que cada una de ellas deseaba contener todo lo bueno en Jack.
Un escalofrío le recorrió la espina, los desagradables quejidos iban y venían de todos lados y a la vez de ninguno.
Las jaulas no estaban vacías, pero no podía describir lo que había dentro. Esas oscuras cosas no dejaban de gritar, chillaban todas y cada una de las cosas a las que Jack temía y las imágenes venían de golpe a su cabeza.
No pudo soportarlo más y grito, grito lo más fuerte que pudo, hasta el punto de desmayarse.
Lo último que pudo ver, fueron unos gélidos ojos dorado.

"Buenas noches, Jack"
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Después de mucho correr, lo encontró.
Ahí estaba tumbado en nieve. Si no fuera porque era un espíritu, habría pensado que estaba muerto. Lo parecía y le aterraba.

Con cuidado cargo a Jack hasta Berk. Los niños que le vieron llegar, inmediatamente se preocuparon y corrieron con Hiccup, quien no dijo nada, sólo se apresuró en llevar a Jack dentro y ver que podía hacer por él.

Se aterró al notar que la blanca y puta piel de Jack, comenzaba a quebrarase y volverse gris.

El tiempo no me quitará tu recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora