❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖁𝕴 ❧

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-Eda déjame hacerlo a mi por favor.

-Ya está bien Kürt. Las mujeres también levantamos cosas pesadas.—tomó el cesto de la ropa recién lavada y caminó hacia la casa.

-No tenéis tanta fuerza.—replicó.

-¿Qué pasa?—volteó a verlo.—¿Ahora resulta que un hombre lobo es más fuerte que una poderosa bruja blanca? No tenía ni idea.

-En dos meses que llevamos juntos sigues siendo terca.—siguió su paso.

-No es mi culpa que la mayoría del tiempo estés de malas pulgas.

-Pero aún así me quieres.—golpeó ligeramente su hombro.

-Eso está por ver.

-Pues entonces, ¡me llevo esto!—le quitó el cesto y salió corriendo.

-¡Kürt! ¡Dámela!—corrió tras él entrando en la casa.

Aquel pequeño hogar se llenó de risas al instante. No tenía grandes comodidades como su casa en Salisbury pero se estaba bien. Estaba rodeada de flores, árboles, animales y un pequeño riachuelo. Eda había logrado despejar su mente de todos sus problemas y todo gracias a Kürt, su mejor amigo desde que apenas estaba empezando a tener conocimiento de sus poderes.

-Te gané.—dejó el cesto sobre la mesa y sonrío victorioso.

-Te dejé ganar que es diferente.—soltó una pequeña risa al ver el ceño fruncido de su amigo.—Ayúdame a tender la ropa.

-Está bien.

-¿Sabes?—tomó uno de sus vestidos y lo tendió sobre la cuerda.—Me gusta mucho tú casa.

-Aún le faltan muchas cosas. Además, mi manada siempre rompe algo cuando viene.—le pasó otra prenda.

-Como las zarpas que hay en la puerta de la cocina.—comenzó a reír.

-Ya les tengo dicho que controlen su instinto. A veces pienso que soy el único que razona con coherencia del grupo.

-Sigue creyéndotelo Kürt.—extendió su mano para que le pasara más ropa.

-¿Me permites hacer algo?

-Depende de lo que sea.—lo miró con una sonrisa.

-No seas así.—protestó.

-Está bien.—terminó aceptando.

Kürt soltó en el cesto la prenda que tenía en la mano y se acercó a ella. Con una sonrisa, tomó un mechón de su cabello y lo pasó lentamente entre sus dedos. Eda lo miró fijamente y observó con detenimiento sus rasgos y expresiones. Su cabello oscuro, sus ojos que desprendían autoridad de alfa y su mandíbula bien marcada era lo que más destacaba.

-Me gusta cómo te queda el cabello ahora.—se separó de ella.

-Gracias.—le dedicó una sonrisa.—Necesitaba verme distinta. Lo tenía demasiado largo.

-Estás hermosa.

-Venga Kürt, deja de alagarme y ponte a tender.—negó con risa ante sus palabras.

-Como usted diga señora.—siguió con la labor.


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𝕊𝔼𝔻 𝔻𝔼 𝕋𝕀 》𝑬𝑫𝑺𝑬𝑹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora