❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖁 ❧

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Pisadas.

Las pisadas sobre el viejo y chirriante suelo de madera era lo único que se escuchaba en la gran sala de reuniones del castillo Bolat.

La poca luz tenue de los candelabros alumbraba ligeramente su figura reflejando su sombra sobre las paredes.

Serkan, que no podía cesar sus movimientos de nerviosismo, caminaba una y otra vez alrededor de la mesa mientras acariciaba con sus dedos su barba.

-Es imposible. Imposible.—murmuraba sin parar.

Dos golpes seguidos en la robusta puerta lo sacaron de sus pensamientos. Apretó los puños con rabia y antes de hablar se aclaró la voz para tratar de sonar con serenidad.

-¿Si?—alzó la mirada hacia la entrada.

-Señor Serkan soy Engin, traigo noticias.—dijo temeroso.

-Adelante.

La puerta se abrió lentamente mostrando tras ella al más miedoso del clan Strigoi. Cuerpo encogido y cabeza baja era el comportamiento que adoptaba cuando estaba frente a su líder.

-Mi señor.

-Lo que sea que tengas que decir dilo rápido. No tengo tiempo para escuchar tus absurdas palabras.—su rostro tomó esa seriedad que tanto temía Engin.

-Tengo noticias sobre Eda Yildiz mi señor.—los ojos de Serkan se abrieron de par en par ante sus palabras.

-Toma asiento.—ofreció.

-Gracias.—miró como también este se sentaba en su gran trono.

-Te escucho.

-Verás mi señor, acabo de venir de inspeccionar la aldea y en el camino de regreso escuché a un grupo de mujeres mencionar el apellido Yildiz. Usted está interesado en la familia así que sentí que era mi deber obtener información.—tomó aire al sentirse incómodo ante la penetrante mirada de Serkan.—Pude oír que hoy en la noche se celebraría su vigésimo tercer cumpleaños y que la fiesta sería en el gran salón Yildiz.

-Interesante.—comenzó a jugar con los anillos que decoraban sus manos.—En ese caso le daremos una gran sorpresa a la señorita Eda.

-¿Le daremos un regalo?—dijo emocionado.

-¡No estúpido!—lo fulminó con la mirada haciendo que pegara la espalda al respaldo de la silla asustado.—Nos vamos a colar en su fiesta.

-¿Colarnos? No le agradará eso.—murmuró con miedo.

-¡¿Desde cuándo me importa a mi su opinión?!—golpeó la mesa con fuerza.—Como Strigoi es tu deber venir conmigo y acatar mis normas, ¡¿entendido?!

-Si mi señor.—agachó la cabeza en señal de sumisión.

-Ahora fuera de mi vista.—ordenó.—¡Ahora!—una sola palabra bastó para que Engin saliera corriendo de la sala cerrando la puerta tras de sí y dejando a un Serkan totalmente enfurecido.


—¡Ahora!—una sola palabra bastó para que Engin saliera corriendo de la sala cerrando la puerta tras de sí y dejando a un Serkan totalmente enfurecido

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