❧ 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖃𝕴𝖁 ❧

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Lluvia. Aquella que a algunos les transmite tristeza. Aquella que, al cerrar los ojos, te transporta a tus recuerdos más nostálgicos o simplemente te aporta paz y calma. Miles de sensaciones pueden ser percibidas por el sonido en blanco de esta. Sin embargo, todo parece cambiar tras la lluvia.

En Salisbury, se dice que la lluvia tiene el don de nutrir y purificar el alma ya que, después de esta, tus sentimientos y emociones se habrán limpiado para ser renovados con nuevas energías positivas. Los campos se habrán nutrido del regalo de Dios y sus frutos nacerán con más fuerza y un brillo especial.

En estos momentos, el agua, más que caer del cielo, parece flotar en el paisaje o ser parte inseparable de él. Los árboles, repletos de hojas verdes, dejan mostrar sus diferentes tonalidades bajo la lluvia. La belleza de la naturaleza seguía presente aunque el cielo se hubiese tornado de gris ocultando las estrellas y la luna. Aquel conjunto de sucesos naturales hacía que el lugar se llenará de una mágica presencia la cual se haría de notar distinta en cada habitante de Estambul, aunque siempre hay algo misterioso que infunde respeto...

Un gran relámpago cruzó el cielo iluminando por segundos el bosque, acompañado, instantes más tarde, por el estruendo del trueno. Ligeramente se podían escuchar las pisadas de alguien que cruzaba por encima de los charcos formados en la tierra. A medida que pasaba el tiempo, las pisadas iban aumentando la intensidad, como si el causante de ellas tuviese prisa por llegar a su destino.

Con la mandíbula apretada, los puños cerrados y el ceño fruncido, Serkan Bolat atravesaba el bosque oscuro camino hacia Salisbury. No le importaba que su túnica negra, la cual le otorgaba máxima autoridad ante los Strigois, estuviera casi empapada. Mientras se abría paso entre los arbustos y árboles, por su mente no dejan de repetirse las palabras que hace escasos minutos le había pronunciado Eda con total sinceridad. "Debe tocarme como una rosa" . Sacudió la cabeza tras volver a recordar aquella frase. Ese hombre había puesto sus sucias manos sobre el pequeño y suave cuerpo de Eda, infundiendole miedo y repulsión ante su desagradable tacto. Él tampoco era perfecto, lo sabía, pero ella era su rosa, su tesoro más preciado y sólo el podía tocarla, olerla, sentir la suavidad de su cabello, de su blanca piel. Sólo sus manos podían posarse sobre ella y estaba decidido a arrebatarle la vida al hombre desdichado que un día lastimó a su princesa.


 Sólo sus manos podían posarse sobre ella y estaba decidido a arrebatarle la vida al hombre desdichado que un día lastimó a su princesa

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La luna comenzó a abrirse paso entre las nubes cargadas de agua. El camino hacia la aldea se iluminó sutilmente por esta, aunque se podía ver con total claridad por unos segundos ante el resplandor de los relámpagos que aún no cesaban.

Sin dejar de caminar, con la mirada al frente y saboreando con antelación la sangre de ese repugnante ser, divisó a un costado del camino la silueta de un hombre refugiándose bajo un árbol. Esbozó una pequeña sonrisa y se dirigió hacia él. El olor a alcohol barato inundó sus fosas nasales dando por hecho que aquel hombre era un borracho más de la aldea que ahogaba sus penas con aquel nauseabundo líquido.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2023 ⏰

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