Sellada nuestra alianza nos dirigimos hacia la ciudad de Mercia, situada a unas horas a caballo de nuestra ubicación. Era clara la diferencia con el anterior poblado partiendo por las grandes murallas que rodeaban la ciudad, las escuadras de soldados del reino, movilizándose de un lugar a otro, y toda la actividad mercantil tanto dentro como fuera de las murallas.
Llegamos al barrio comercial, donde no tarde cotizar y vender los objetos que había tomado de aquel par de hermanas. Lo primero que quería hacer era conseguir algo de comida decente, llegando a un local donde servían distintas variedades de platillos.
No había algo así como una carta, solo el encargado diciéndonos verbalmente los platos disponibles. Habiendo ya escogido mi orden, Emily simplemente señalo el plato que les estaban haciendo llegar a otro cliente.
– Para ella tráigale lo que ordenaron en esa mesa.
Pensé que su falta de comunicación sería un problema en esta situación, pero fue bastante practica simplemente señalando lo que quería. Noté que ella disfrutaba mucho de su comida, tomándose su tiempo en saborearla. Alguien tan hermosa como ella había sido privada de algo tan básico como esto por quien sabe cuánto tiempo.
Supongo que no llegaré a conocer las motivaciones de esas mujeres para mantenerla en esas condiciones.
Termínanos de comer y fuimos a conseguir ropa y equipo apropiados.
Con el dinero que tenía conseguí costearme una armadura decente, junto con una espada mediana y una daga. Para mi acompañante le conseguí ropa de buena calidad y reforzamientos de cota de malla. También una prenda entera negra que cubriría la mayor parte de su cuerpo, sus cuernos y orejas para cuando lleguemos a tratar con los esclavistas.
Supe, gracias a la discreción de la vendedora, que Emily pertenecía al pueblo Bovidae. Esta etnia era oriunda de las Islas del sur, ubicadas a meses en barco desde aquí. Me dijo también que las mujeres de este pueblo era las mercancías más valiosas para los esclavistas.
Sin ningún tipo de vergüenza le pregunte cuando me darían por Emily. La vendedora, impresionada por la pregunta, tardo un momento en responder.
- Su venta no suele ser menos a veinte mil monedas de oro.
- ¡¡¿QUÉ?!! – Exclame sin pensar, sobresaltando a la vendedora.
Tan solo con todo lo que había vendido tenía un saldo de seis mil monedas de oro, restándole cinco mil monedas por el equipo comprado. Esta información hacia que Emily sea la pertenencia más valiosa que había tomado de las prestamistas.
Aunque seguía sin entender el valor real de estas personas, si tenían alguna clase de propiedad mágica o habilidad útil. Ninguna de esas preguntas tuvo respuesta por parte de la gente a la que les consulte.
No importaba, pues ese dinero estaba allá afuera, esperando ser arrebatado de idiotas codiciosos para llegar a nuestras manos.
Llegada la noche comenzamos nuestro primer trabajo.
Había localizado apenas a dos esclavistas en la ciudad. Se movían rápidamente de ubicación, pues eran vulnerables a robos y a guardias corruptos que querían una tajada de sus ganancias.
Converso con uno de ellos, un viejo mofletudo que fumaba como si se le fuese la vida en ello. Estaba apoyado en una de las caravanas en donde trasladaba su mercadería humana.
– Buenas noches. Sé de una hermosa mujer Bovidae que necesita un lugar donde quedarse.
– ¿Qué dijiste? ¿muchacho?
– Lo que escucho. Tengo una encantadora mujer vaca de la que busco deshacerme.
– Nadie se deshace de ellas.
– Pues mi mujer la odia. Es más, casi la asesina. No podía dejar que algo tan valioso muera a manos de una mujer celosa ¿verdad?
El viejo se rio como un loco con lo que le había contado.
– ¡Claro que sí! Te imagino tratando de mantenerla en tu casa y a tu mujer queriendo despedazarla… Casarse es casi como cumplir una condena ¿Verdad muchacho?
– Así es. Casarse es un error que solo se comete una vez.
– Entonces ¿Dónde está?
– Dentro de las murallas. Esta ahora mismo tomando un descanso en una de mis propiedades.
Uno de los mercenarios presentes le hizo un gesto negativo a su jefe, como indicándole que se trata de un engaño. Ante esto, saqué un frasco mediano de mi bolsillo y se lo ofrezco.
– Esta es un poco de leche recién ordeñada de mi aun esclava. Puedes probar, por su textura y su cuerpo, que es reciente. Siempre que entiendas bien tu negocio, claro está.
El viejo tomo el frasco y comenzó a olerlo con desconfianza. Luego probo lentamente el contenido, haciendo una clara expresión de sorpresa en su rostro.
– ¡Es autentica! - Exclamaba el viejo mientras ríe. - ¡Con tan solo probar un poco siendo que recupero diez años de vida!
– Hecha la comprobación ¿Acepta entonces venir a morada a cerrar el trato?
– Claro. – Dijo el viejo. – Siempre que no le moleste que mis chicos vengan conmigo.
– No hay problema. Un hombre precavido vale por dos.
La primera parte del plan había salido a pedir de boca. Son cinco, no… seis los mercenarios que acompañan al esclavista. Tienen espadas y cuchillos en sus respectivas fundas, aunque uno de ellos lleva una lanza sin intensiones de mostrar discreción alguna.
Caminamos en dirección hasta un barrio de clase media, tétricamente similar a donde pase mis primeros años de vida. Abro la puerta de la casa que alquile hace apenas unas horas, encontrándose dentro Emily.
El esclavista la ve y celebra con sus hombres.
– Por favor, adelante caballeros. – Les dije en un tono cortes. – Esta noche cerraremos un trato.
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Perversión: Mi nueva vida como aspirante a Rey Demonio (PAUSADA)
AventuraUn joven, fallecido a temprana edad, tiene la oportunidad para regresar a la vida siempre que este dispuesto a pagar el precio acordado.