Capítulo II : La magia de la tierra

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Jack se pasó todo la mañana pensando sobre lo que le había ocurrido de camino a la escuela. En clase le llamaron varias veces la atención y de vuelta a casa se confundió de camino por ir distraído.

Cuando regresó a la ruta correcta, vio a una niña pequeña llorando con una herida en la rodilla. Jack se acercó a ella para consolarla:

-¿Por qué lloras?
-Por que me he hecho una herida en la rodilla al tropezarme con esa piedra- explicó señalando una piedra un poco más grande que el resto de las que había en el camino.
-No llores, es sólo un raspón de nada- dijo Jack al tiempo que apoyaba su brazo en el hombro de la niña.

Acto seguido la herida empezó a sanar a gran velocidad.

-¡Ya no me duele!- exclamó la niña sorprendida, dedicando una sonrisa a Jack. Se levantó y volvió a su casa riendo y saltando.

Jack se quedó asombrado con lo que acababa de pasar ¡Había curado a una niña! Reflexionó sobre sus extraños poderes y decidió no contárselo a nadie.

Esa noche Jack tardó mucho en dormirse. Poco tiempo después de que lo consiguiera, la ventana se abrió de par en par y el frío aire de la noche se coló en la habitación. Una sombra encapuchada cruzó la ventana. Jack se quejaba en sueños. El encapuchado levantó la mano al tiempo que Jack empezaba a levitar. Apuntó hacia la ventana y Jack, aún dormido salió por ella volando. El encapuchado le siguió sin perder la concentración en su mano y detrás de él se cerró la ventana sin hacer ruido.

***

Jack se despertó en una habitación desconocida. La luz indicaba que ya era bien entrada la mañana y su madre, como normalmente hacía, no le había despertado. La habitación era completamente de madera. Se asomó a la ventana y vio que estaba en lo más profundo de un frondoso y enorme bosque. Abrió la ventana y miró arriba y abajo. ¡La habitación estaba dentro de un árbol gigantesco! En la habitación había, a demás de la cama, un armario con unas túnicas de color blanco y unos libros con símbolos extraños y un escritorio con una carta blanca sobre ella.

Jack abrió la carta manuscrita que decía:

Querido Jack,
Bienvenido a la Escuela de Magia de la Tierra. Esperamos no haber sido muy bruscos al traerte aquí sin previo aviso y sentimos que no te hayas podido despedir de tu familia. Tranquilo estarán bien, podrás volver a hablar con ellos dentro de 3 días, después de la ceremonia de iniciación. Ahora ponte la túnica blanca que encontrarás en el armario y baja por las escaleras de caracol que encontraras a la derecha de tu habitación hasta la penúltima planta, al gran comedor. Allí se te dará mas información.

Que la tierra te bendiga,

El señor director,
Elwë Nólatári.

Jack se sentó en el borde de su cama, triste, mientras doblaba y guardaba la carta. Su familia... Espero que no se preocupen mucho por mi... Pensó. Jack tenía muchas dudas. ¿Escuela de magia? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué eran los libros que había encontrado en el armario? Salió de las escaleras y decidió bajar al gran comedor.

Cuando salió de la habitación se dio cuenta de que el pasillo era circular, con las paredes rugosas imitándo la corteza de un árbol. En el pasillo había más habitaciones con unas inscripciones escritas en un alfabeto que no entendía y, a su parecer, tenía aspecto de garabatos.

Llegó a la escalera de caracol, que se situaba en el centro de aquel extraño edificio. Bajó dos plantas antes de ver un gran portón de madera vieja. A cada lado de este había un candelabro. Respiró hondo y se decidió a entrar.

La guerra de los elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora