Capítulo 10: "Llamada frustrada"

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A la mañana siguiente recibí la visita de Dez. Nos encontrábamos desayunando en la cocina, y mi madre nos acompañaba.

—Bueno, los dejaré terminar tranquilos —dijo mi madre levantándose.

Besó mi frente, y saludó con su mano a Dez.

Quedamos solos. Callados. Revolví mi cereal. Pensé en decir algo para romper el hielo. Pero Dez me ganó de mano.

—Además de que quería verte, te traje algo.

Inclino su cuerpo un poco hacia la derecha, y busco algo en su bolsillo trasero. Sacó un pequeño trozo de papel. Y me lo extendió.

Lo leí detenidamente— ¿el número de mi abuela?

—Así es, la busque en la guía telefónica.

—¡oooh! No sabes cuanto te agradezco.

—No fue la gran cosa... —dijo apenado.

—Para mi si... no se me ocurrió esto, y mi madre no me lo dará nunca...quisiera saber porque...

—Debe tener sus motivos, tal vez hay algo que no quiere que sepas.

—Ya lo descubriré... —guarde el pequeño papel en el bolsillo de mi chaqueta morada— la llamaré luego, ahora debemos ir a la Universidad.

La clase de economía estaba bastante concurrida, aun así note que faltaba alguien... Tom. ¿Dónde estaba?

Una cabellera anaranjada y otra castaña obstaculizaban mi vista.

—Ginger —toque su hombre.

Se giró sonriendo cómo lo hacía habitualmente— ¿qué sucede La? ¿quieres algún apunte?

—No, no. Quería saber si sabías algo de Tom.

Negó con la cabeza— no lo veo, ni hablo con él desde ayer... —noté preocupación en su voz.

— ¿Qué pudo haberle pasado? —inquirió Brenda, girándose para unirse a la conversación.

Ginger no respondió. Volteó de vuelta para mirar al profesor.

Cuando la clase terminó, me aleje rápidamente de mis amigas. Salí al campus trasero y me recosté en el verde césped debajo de un frondoso árbol. Quería desconectar mi mente aunque fuera por un rato.

Pero no pude, a los segundos apareció Dez quitándome un poco de la paz que conseguí por 5 segundos.

—Larita...—dijo y se recostó a mi lado.

Sonreí de manera inconsciente— Houdinni.

— ¿Qué haces aquí?

—Pienso... —recordé a Tom y su sospechosa ausencia— ¡casi lo olvido! Tom, el no se presentó a clases.

Dez se giró bruscamente— debo saber donde está...o que le pasó...ven —tomó mi mano y me levantó a la vez que él se paraba.

— ¿A dónde vamos?

—Tú, a tu casa a llamar a tu abuela, y yo, a ver que sucedió con Tom.

Salimos de la Universidad directo a su coche. Y en unos minutos nos encontrábamos en mi hogar.

— ¿No puedes quedarte conmigo? —miré con inquietud hacia la casa.

No era horario para que mamá regresará del trabajo, así que no había nadie allí, y la última vez que había estado completamente sola, nada había salido bien.

Dez tomó mi rostro y me obligó a mirarlo— Lara, eres una chica fuerte, debes decirte a ti misma "soy valiente", todo estará bien, no podemos ir de aquí para allá juntos, así nunca avanzaremos— asentí, comprendía su punto—. A parte solo daré un vistazo y estaré aquí pronto.

Besó mi frente, yo luego me bajé y observé como se alejaba.

Ya en casa, cerré las puertas y ventanas para estar segura, tome el teléfono inalámbrico y me senté en la sala. Realmente me preguntaba si estaba lista para oír la verdad. No podía esperar, ni dudar mucho, las personas que amaba e incluso mi propia vida corrían peligro.

Hurgué en el bolsillo de mi chaqueta y saqué el trozo de papel arrugado. Con dedos temblorosos y torpes marque el número.

Una voz llena de calidez me respondió.

— ¿Hola?

—Ho...hola abuela...

— ¿¡Lara!? —parecía sorprendida— ¿cómo conseguiste mi número?

— ¿Qué? ¿acaso tú tampoco querías que te encontrará? —pregunté incrédula.

—No, no es eso. Es que no es seguro... ¿qué necesitas? —parecía nerviosa, fruncí el ceño.

—Necesito saber cosas de mi familia. Verdades. Se que tu las sabes. ¿Qué es lo que no sé? ¿Qué tantas cosas me han ocultado?

Espere unos segundos, pero no respondía, solo respiraba entrecortadamente.

— ¿Abuela?

—Lara...no puedo decirte todo por aquí... hay mucho que debes saber sobre tu madre, Leyla, tú, y...

— ¿¡Abuela!? ¿¡hola!? —hice silencio. La línea estaba muerta—. ¡Mald...!

Un golpe en la planta alta desvío mi atención— ¿qué fue eso? Por favor, otra vez no... —supliqué en un susurro.

Todo indicaba que algo malo pasaría. La línea muerta, el golpe...

Mi cuerpo tardo en reaccionar, pero cuando lo hizo, corrí hacia la puerta de entrada, tomé la llaves del tablero donde colgaba y la inserte en la cerradura, pero... extrañamente ya estaba abierta, podía jurar que la había cerrado. Ignoré ese pequeño detalle y salí de allí. Di unos pasos indecisos, pero supe a dónde dirigirme, oí sonidos provenientes de la cochera y decidí que era el momento de saber en qué cuerpo se encontraba Leyla.

Caminé por el césped del jardín delantero y enfoque mis ojos en el portón de mi cochera. Estaba abierta. Y allí estaba... ¿mi madre? 

Destinos Diferentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora