Capítulo 8

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—Cierra la boca.

Parpadeo varias veces.

¿Estoy soñando? Porque juro que lo parece.

Sigo a Jayden con la mirada. Es que debe usar autotune o alguna mierda, porque es imposible creer que la misma persona que se carga una cara de culo tremenda, cante como los dioses.

Dejo de mirarle al verle acercarse con Aleksi.

—¿Les ha gustado? —pregunta su amigo al llegar, entusiasmado.

—Son geniales —halaga Ell.

—Concuerdo —continua Dan—. Eso ha sido fantástico. Gracias por invitarnos.

—No hay de qué —sonríe—. ¿Qué hay de ti, Ashley?

—Fue genial —admito—. No pensé que fuese a ser tan alucinante.

Mierda.

¿No he dicho eso, verdad?

La carcajada de Aleksi es un sí.

Debería tener un filtro en la boca.

—Gracias por la fe —añade Jayden. Su ceño está más fruncido de lo normal.

Mis mejillas arden.

¿Por qué soy tan imprudente?

—¿Quieres ser nuestra fundadora del club de fans? —Propone Aleksi al recomponerse—. Creo que esas reseñas servirían para llamar la atención del público.

—Podría, pero no utilizaré camisas con sus rostros. —Advierto, en modo de broma.

—Pero si eso era lo que más le gustaba a Jay. —Le pasa un brazo por encima de los hombros a su amigo.

Él vira los ojos con aburrimiento.

—¿Deben llegar a casa temprano? —Negamos con la cabeza a la vez—. Pues iré por más bebidas.

Cada vez que Aleksi se va y quedo a solas con Jayden, el ambiente se pone tenso. Me muerdo el interior de la mejilla con más frecuencia y me sudan las manos. No sé por qué, pero su mera presencia me intimida. Un factor puede ser su mirada intensa. Con solo verle a los ojos un segundo, sientes que te está apuñalando, así que opto por no mirarle.

Repiqueteo los dedos en la mesa, nerviosa.

Miro a mi alrededor.

Dan y Ell hablan entre ellos.

Jayden suspira como cabra.

Aleksi coquetea con el chico de la barra.

La música resuena en los altavoces. Nadie está tocando, simplemente han puesto música para bailar.

Agarro una servilleta de la mesa y tomo un bolígrafo que traje en el bolso de Ell.

NARRA JAYDEN.

Disimuladamente sigo con la mirada lo que está trazando Ashley en la servilleta. Hace una curva en la parte de arriba y va hasta abajo, recto. En segundos capto lo que dibuja: es una guitarra.

Marca la boca del centro y hace 4 líneas, supongo que son las cuerdas.

—Son seis —digo sin pensar.

Ojalá no me haya escuchado, solo pid...

—¿Qué? —pregunta, frunciendo el ceño.

—Que son seis cuerdas —repito, hablando calmadamente. Con ella hay que ir lento, entrando en el terreno poco a poco. No vaya ser que termine con la servilleta en la cara.

A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora