Capítulo 12

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NARRA ASHLEY

Martes.

—Esto fue una emboscada. —Refunfuña Daniel.

—Deja de ser tan odioso —comento, rebuscando en su armario alguna camisa que me quede bien.

Agarro una manga larga de cuadros rojos y negros, voy hasta el espejo y la situo frente a mi cuerpo. Sonrío y le muestro las dos prendas a él..

—Combinan, ¿verdad?

Asiente con mala cara.

—¿Qué tienes en la teta? —Pregunta entrecerrando los ojos.

Me miro entre ellos y una leve roncha se asoma en mi seno derecho.

—A lo mejor me ha picado un mosquito —contesto pasándome la camisa por la cabeza.

Me pongo las converse de la mamá de Daniel y sonrío.

—Te voy a robar esta camisa.

—Como toda la ropa que te pones.

Rio.

—Algún día te la devolveré

—Sí, claro.

—¿Qué tienes? —Cuestiono ya irritada por su actitud—. ¿Te molesta que te robe la ropa o que te pida acompañarme al centro comercial?

Su rostro cambia y empieza a negar.

—No, Ash, claro que no. No es nada de eso. —suspira—. Lo siento si te hice sentir mal. Solo... ya sabes, las cosas no están tan bien en casa. Mamá y papá siguen pelados y me estresa estar aquí.

Asiento, escuchándole.

—Si quieres podemos ir a otro lado. ¿Qué te gust...?

—No .—Me corta con una sonrisa—. Prefiero verte comprando churradas y toda feliz.

—No son churradas —me defiendo, cruzandome de brazos.

—Vale, como digas —Me da un leve empujón para salir ya.

Nos despedimos de sus padres y partimos al mismo centro comercial de siempre.

—La última vez que entramos a este almacén, casi lloras —me recuerda, jalando la puerta.

Hago una mueca al recordarlo.

Ese día Dan y Ellie decidieron sacarme de casa porque estaban empezando a verme muy mal. Habían pasado unos meses desde que había decidido dejar de pintar, así que acabamos en este centro comercial y, al pasar por este almacén, casi me entran ganas de llorar. Si no lo hice, fue porque ya no me quedaban lágrimas en ese momento.

Pero esta vez voy con una gran sonrisa de oreja a oreja. Lista para comprar todo lo que pueda.

Más que nada con lo que me alcance de lo que me dio mi padre.

Voy corriendo como una niña pequeña en una tienda de dulces, hasta llegar a la parte de materiales para acuarelas.

Observo todo fascinada con el corazón calentito en mi pecho. Extrañaba esta sensación.

—¿Y qué piensas comprar? —Pregunta Daniel a mi lado—. Porque la mayoría, por no decir todo, ya lo tienes.

Le chisto.

—Pues se me han acabado algunas cosas. —Miento. La verdad es que simplemente me siento feliz al comprar cualquier cosita.

Voy mirando cada estante, pero me detengo en uno, con los ojos muy abiertos.

A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora