Advertencia otra vez. No lo leas si no te has terminado la trilogía. Seré pesada, pero es por vuestro bien lol. Ya me cayo.
*Ding dong* sonó el timbre. Al segundo, Christian ya sabía quién estaba al otro lado de la puerta. Pero había algo que le preocupaba. Un shek. Un shek les acompañaba. Si Shizuko o alguno de sus sheks se habían atrevido a hacer daño a su familia no habría lugar en Idhún o en la Tierra en el que pudieran esconderse esos asquerosos bichos alados.
Se sorprendió a sí mismo llamando a los sheks "bichos asquerosos" cuando él mismo también lo era. ¿Tanto habían cambiado las cosas? Se preguntó. Se levantó del sofá con Haiass desenvainada detrás de su espalda, preparado para cualquier emboscada y abrió la puerta de su Usshak:
- Criatura- frente a él estaban Victoria, Jack y el pequeño Erik, que cada vez se parecía más a su padre. Pero ni rastro del shek. Habría jurado que... pensó Christian. Victoria se lanzó a sus brazos y comenzó a darle besos por toda la cara, henchida de felicidad. El shek sonrío y le correspondió con ternura. Llevaban casi un año sin verse:
- Christian- dijo Victoria.- Te he echado tanto de menos- no hacía falta que lo jurara. Él también la había echado de menos. Más de lo que jamás reconocería. Y a Jack también. Y a Erik. Algo chocó suavemente sobre el pecho del chico. Algo que sujetaba Victoria. Christian se apartó de ella para ver de qué se trataba:
- ¿Qué...?- comenzó el shek. Jack le miró divertido.
- Anda. Mira- le incitó el guapísimo rubio (lo siento, no he podido evitarlo) Christian miró a su esposa y ella le respondió con una sonrisa traviesa. Con sus finos dedos, Christian apartó la mantita que tapaba aquel bulto y, lo que vio le dejó sin aliento:
- Un bebé...- una niña. Una niña preciosa. Parecía un angel. Un angelito igual que Victoria. Una sonrisa incómoda recorrió el frío semblante del moreno. Estos dos no han perdido el tiempo. Pensó. Fue entonces cuando la niña abrió los ojos. Christian abrió a su vez los suyos como platos. Eran exactamente iguales que los de él. Azules. Tan azules y fríos como el mismo hielo de Nanhai. No le costó mucho entender lo que aquello significaba:
- ¿Es...es mía?- tartamudeó Christian, por primera vez en su vida. Jack soltó la carcajada que se había estado aguantando todo ese rato, pero la disimuló torpemente con una tos al ganarse una mirada asesina de Victoria:
- Por supuesto que es tuya, serpiente- confirmó Jack.- ¿O acaso creías que los ojos azules los heredaría de mí?- continuó.
- ¡Jack!- le reprendió la chica. Christian seguía en Lapsus cerebral.
- Pero...¿Cómo? ¿Cuándo?- preguntó el shek, confuso. Victoria enrojeció un tanto. Su voz bajó de tono hasta hacerse casi inaudible.
- ¿Recuerdas aquella noche...hace tanto tiempo...- los recuerdos de aquella idílica noche llegaron a la mente de Christian como una estrella fugaz pasando a través de sus fríos ojos azules. Notó sus mejillas arder al recordar lo que había ocurrido. Aunque no había sido la primera vez, si era la última que habían compartido juntos. Una noche perfecta, sin duda.
- Oh. Entiendo- no dijo más. No hacía falta.- Pasad, por favor. Contadme que os ha hecho regresar tan pronto- pidió Christian, algo incómodo por la situación. Esa era su Usshak. Tecnicamente, el Usshak era el hogar de un solo shek. Era algo paradójico, incluso cómico, que entrara en él otro shek, un unicornio y...dos dragones. ¡Dos dragones! Jamás en toda la historia de Idhún se hubiera imaginado nadie que dos dragones entrarían en un Usshak, invitados por el mismo shek. Sí, las cosas habían cambiado. Sin duda alguna, ese no era el mismo mundo en el que ellos habían nacido 20 años atrás. Ya habían pasado 20 años....
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Memorias de Idhún IV: Hijo del dragón.
FantasyCuarta parte de la saga Memorias de Idhún, escrita por Laura Gallego García.