Las tres rejas

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Un joven discípulo llegó a casa de su sabio maestro. Creía tener algo importante que contarle.

Maestro, un amigo estuvo hablando hablando mal de ti...

¡Espera! —lo interrumpió el sabio. —¿Has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

¿Qué son las tres rejas? —preguntó su discípulo.

La primera es la verdad. ¿Estás completamente seguro de que lo que quieres decirme es totalmente cierto?

No. Lo oí comentar a unos vecinos.

¿Lo hiciste pasar al menos por la segunda reja, que es la bondad? Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

El discípulo estuvo pensando un momento, sopesando a quién podría beneficiar lo que iba a contar.

No, en realidad no. Al contrario...

Bueno, pues veamos la última reja, la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

De nuevo pensó y se planteó si aquel chisme tendría alguna utilidad para el maestro, si era necesario conocerlo.

En verdad, no.

Entonces... -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno ni necesario, eterrémoslo en el olvido.


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