CAPÍTULO 3

905 76 10
                                    

El sol se somaba poco a poco por la única ventana de aquel cuarto, ambos se incomodaron por la presencia de la luz a sus rostros, por reflejo del mayor cubrió a ambos con la manta de la cama, se acomodaba el menor un poco más lejos por el movimiento, con un brazo fue apegado nuevamente a su cuerpo de Australia, la falta de su calor hizo que lo acercara sin despertarlo.

Una de sus manos bajo casi cerca de su muslo del menor, no estaba consciente, mientras una sonrisa boba se hiba formando, al parecer tenía uno de esos sueños que lo tenían contento, aún punto donde empezó a reírse como si tuviera pequeños hipidos.

El movimiento contínuo de sus risas contenidas al seguir durmiendo, fue suficiente para que el menor empezará a despertar, con lentitud abrió sus ojos, dando un par de parpadeos para aclarar su visión, al parecer no fue suficiente, pues no pudo ver nada más que un color lila clarito, mientras se acercaba y retrocedía a su cara, era el pecho del mayor.

Confundido, trato de tocarlo con una de sus manos, pero lo detuvo, sintió como lo acariciaban, desde la espalda hasta su muslo, recordó donde estaba y con quien, sus mejillas, colorados por la vergüenza, hizo que le sacaran un leve gemido por la sensibilidad cuando la mano del australiano volvía a posarse a su muslo.

La sorpresa mayor fue escucharlo reírse, ¿Se estaba burlando de él? Pero quien se había creído, hizo que se destaparan ambos para verlo, era incómodo y una ofensa, lo dejaría claro después de golpearlo, levando su mano en puño, pero, lo vio, dormía mientras seguía riéndose suavemente, su mano continuaba acariciándo como sí fuera un animalito.

La falta de aquella manta hizo que reaccionará su contrario, sin predicar que Bolivia seguía a su lado, lo atrajo con fuerza en un abrazo, apegandolo sin soltarlo, desprevenido el menor lo empezó a llamar.

Australia. . . m-me lastimas

Hablo en voz baja, no sabía cómo se despertaba, tuvo una experiencia casi similar, con un empujón fuera de la cama al tratar de despertar a alguien. No quería tener el dolor de un golpe contra el piso todo el día.

Abrió con calma los ojos el australiano, sin deshacer su abrazo, vio la luz de la ventana, hora de trabajar pensó, hiba levantándose, un jadeo, un jadeo lo saco fuera de lugar, bajo la vista, paralizado, tremenda imagen visual para tener energía todos los días de su vida.

Bolivia, con el cabello despeinado, uno de sus hombros a la vista exageradamente, sonrojado, sus dos manitas agarradas a pecho de su contrario, mirándolo fijamente, una de sus manos agarrandolo de su muslo y la otra abrazándolo sin soltarlo, siendo llamado.

Me estas apretando fuerte, suéltame, esto ya es incómodo.

Nervioso en su hablar, pues aún no salía de ese trance Australia que viajaba por las nubes, su rostro rojo como un tomate, su respiración se hiba agitando más y más, asustando de preocupación al menor.

Australi—

Con rudeza fue puesto en la cama, ya no de costado, si no de espaldas, siendo acorralado por el mayor en su encima, ambas manos del menor sostenidas en la cabezara por las manos de su contrario. Se miraron fijamente, Bolivia, solo por instinto y reflejo cruzó sus piernas, no entendía la situación logrando a sobreentender las cosas. No Bolivia, que vas pensando, él no y es imposible, donde se ve eso, todo menos, talvez te confundes, nadie hace eso.

Australia, como un carnívoro observa a su presa, su respiración agitada, lo veía entrecerrando los ojos, observaba cada pequeño detalle, no, no debe pero quiere, el pequeño tenía un debate mental. Para sacar a ambos de una situación incómoda y no llegar a más dijo. . .

¡Solo puedo tocarte yo! - AUSTRALIA X BOLIVIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora